viernes, julio 18, 2014

Fenghuang


Sé que unas inundaciones en China son un desastre natural que apenas llama la atención por mucha gente que arrastre la riada y que, aunque la noticia haya salido hoy en el telediario, no le habréis prestado mucha atención.

A Fenghuang se llega en un tren fantasma que nadie sabe cuándo sale ni de qué estación. Cuando te cansas de preguntar a taquilleras, revisores y demás ferroviarios que no se ponen de acuerdo; de consultar guías y páginas web que se contradicen, decides que es mejor tomar el autobús para no acabar en Siberia.

Un curioso autobús-cama en que los asientos han sido sustituidos por literas de tres pisos y cuyo cuarto de baño es una botella de agua que va pasando de mano en mano te deja, después de muchas horas de carreteras polvorientas, en medio de un pueblecillo pintoresco a orillas de un río.

El pueblo debe de resultar exótico hasta para los propios chinos. Hay millones de turistas locales cruzando a saltitos los puentes de piedras. El único occidental es un guiri pelirrojo con el que te cruzarás tantas veces durante todo el día que al final os acabáis saludando. El paisaje es tan fotogénico que las novias, vestidas de rojo, escogen el skyline de pagodas y casitas típicas para hacerse el reportaje de boda; le ponen caritas al fotógrafo, hacen corazoncitos con los dedos, sacan morritos e imitan las poses supermoñas de las modelos de las revistas. Son dominantes, irritables e impacientes. 

Los novios chinos en cambio, son megadóciles, hipercariñosos y ultrasumisos. Empiezan a seguir la moda koreana de vestir la ropa a juego con su pareja y es habitual ver a dos clones con suéters fucsia paseando cogiditos de la mano. Un buen novio siempre cargará con el bolso de su chica para preservar del lastre la espalda de su princesa.

Estábamos en una terraza con vistas a un paseo sobre el río. Era un extraño karaoke al aire libre en el que un chinorri se desgañitaba interpretando canciones rusas en genuino ruso con todo el sentimiento y melancolía de su alma eslava. Justo bajo nuestro balcón una pareja estalló en una riña de enamorados. Ella gritaba y él callaba. Sin darle tiempo a reaccionar la chica empujó al chico y lo tiró al río. El muchacho nadó como un perrillo para evitar que se hundiera el bolso que llevaba en bandolera y que la corriente había arrastrado. Lo rescató, humillado, subió chorreando al muelle y echó a correr detrás de su adorada, tratando de coger su mano y suplicando su perdón.

Fenghuang quiere decir Fénix en chino. Ha habido decenas de muertos y cientos de miles de evacuados. Con el carácter que tienen sus mujeres no tengo la menor duda de que este pueblo inundado sabrá renacer de sus cenizas y sus lodos.




2 comentarios:

  1. Anónimo23/7/14

    ... cuánto tiempo !!! creí que te habías perdido, y al final la que se había perdido era yo ... jajaja!!! encantada de volverte a ver ... hasta otra !!! (Xhrst).

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    1. Xhrst, este blog es como el Guadiana. Me alegro de saber de ti. Un abrazo.

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