De regreso del planeta Chinorri me encontré con Madrid emPapizado*. El centro de la ciudad estaba abarrotado de bandas de jovenes descontentos provocando tumultos. Uno de los más peligrosos, el hooligan albino de la bufanda de la foto de la derecha, fue arrestado después de provocar una tangana con un tal Mouriñho que le metió un dedo en el ojo y se lo dejó a la virulé.
Ha resultado muy difícil publicar nada en el blog y contestar los comentarios porque este mes he estado de viaje. La entrada anterior estaba programada pero el acceso a Internet en China es tortuoso, todo está en contra: los ideogramas, el teclado, la velocidad desesperante. Un ejemplo, estábamos en un megaciber en Hangzhuo de más de 400 ordenadores. Para acceder nos copiaron el pasaporte, cosa habitual. De repente al chico de la fila de al lado se le acercan dos policias de paisano, le preguntan si está usando ese ordenador, le hacen unas fotos junto a la pantalla, con las esposas ya puestas, y se lo llevan arrestado. Quedé con las ganas de hacer una foto pero no estaba el horno para bollos asi que tenéis todo el derecho de no creerme, no tengo pruebas.
No somos los primeros que hemos viajado a China; desde Marco Polo hasta hoy han pasado millones de viajeros por lo que no os daré la brasa con un relato de turista. El que quiera saber como es que vaya o se compre el National Geographic y me deje en paz. Hoy vamos a hablar de los buenos modales.
Si vuestra china madre os decía que no se habla con la boca llena, ni se mastica con la boca abierta enseñando los rollitos primavera que os comisteis en la primavera del 68, tenía razón, hacedle caso.
Si insistía en que antes de entrar hay que dejar salir, sobre todo cuando en el metro no cabe ni un grano de arroz más, hacedle caso.
Cuando os indicaba que no se puede gritar en espacios cerrados, sobre todo si hay un tímpano a centímetros de tu boca, hacedle caso.
Si os prohibía escupir en el suelo del salón, sonarse los mocos en las cortinas, limpiarse las orejas con una uña infinita, alguna razón tendría la buena mujer.
Cuando os enseñaba a controlar los esfínteres y os recordaba que en medio de la Ciudad Prohibida no se mea, ni se caga haciendo cola en el autobús de Xian, que es mejor separarse discretamente de la cola por lo menos un metro y medio, creedme, vuestra madre estaba en lo cierto.
Si os decía que la mejor forma de zanjar una discusión con el novio no es arrojarlo al rio de Fenghuang y tirarle el bolso a la cabeza a ver si lo rematas, lo hacía por vuestro bien.
Y cuando os enseñaba que cuando unos jóvenes se reunen reclamando libertad no se les debe aplastar con un tanque ¿Por qué no escuchasteis a vuestras madres?
*EmPapizarse: En asturiano, atragantarse cuando uno se come un Papa indigerible.
Joder, qué panorama.
ResponderEliminarFeliz regreso a este lado de la civilización. Mejor una buena descripción que un largo y aburrido pase de diapositivas. Gracias.
Pues se ve que te fuiste a China y, como bien dices, al regreso nos encontraste del todo empapizados, con grave peligro para nuestra salud, porque el empacho pudo ser mortal...Gracias que sobrevivimos
ResponderEliminarHombreRevenido, no tengo conmigo ni una foto del viaje. Creo que la gente hace demasiadas fotos, mucho enfocar y poco observar, que tendrían como penitencia que pasarles luego la factura de un revelado de los de antes.
ResponderEliminarKoolau, para el empacho lo mejor es una copita de Benedictine. Vago,más que vago, tienes abandonado el blog.
Ummm, viaje a la China escatológica ... una idea interesante para las agencias de viajes, algo faltas ya de nuevas emociones que ofrecer al turista (que no viajero) ávido. Y algo mas seguro (tal vez) que las excursiones a zonas en conflicto o afectadas de pandemia.
ResponderEliminarNo le pregunto por la comida ¿pá qué?; o bien comió lo que aquí o bien no tendrá el estómago para contarlo. Y es que viajar ya no es lo que era ...
En cuanto a lo de aquí, ya supondrá usted, vino el Papa y se repartieron hostias, nada nuevo bajo el Sol.
Oddiseis, te equivocas. La comida china resultó excelente y era uno de los motivos del viaje. Los xiaolongbao de Shanghai, el pato lacado de Pekín, los cangrejos de río picantes, el pescado a la cerveza del rio Li o el menú de temporada en el Jean Georges del Bund todavía repican en mi paladar. Todo nú güeno y muy barato. Bueno, en el Jean George se deja una pasta pero...
ResponderEliminarCurioso extracto. Se agradece que no entre en detalles turísticos, pero me ha dejado un regusto algo amargo de mi querida China (con sus pros y sus contras, obvio)
ResponderEliminarSobre la comida -y por añadir algo- recuerdo que en Guangzhou (ciudad donde nació mi hija) decían comerse todo aquello que tuviera cuatro patas y no fuera una mesa.
Loco mundo, loco, loco, loco.
Un abrazote!
India, besos para Ning y un placer leerte otra vez. Disfruté mucho en China, no sólo con la comida. Y si echamos la vista no muy atrás también aquí nos duchábamos los sábados, gritábamos más que nadie, las papeleras no sabíamos como utilizarlas y un poquito también hemos fusilado a disidentes.
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