martes, octubre 15, 2013

Popeye


Entre los sórdidos héroes que conformaban el santoral de los dibujos animados de nuestra infancia uno de los que más mal rollo me daban era Popeye. No sólo por la muy grimosa etimología de su nombre Pop-eye, sino porque aquel marinero patizambo, de hablar mascullante y mentón prominente, lucía unos hipertrofiados bíceps altamente sospechosos de haber abusado durante su estancia en los Marines de todo tipo de clembuterol y anabolizantes. Lo que más grima daba no era ese tatuaje de ancla tan tembloroso que se diría grabado en un infecto calabozo de la Legión con la aguja de una jeringuilla ponzoñosa, sino su forma de resolver los problemas y conflictos, fueran de la índole que fueran, a base de mamporros potenciados por el consumo desaforado de verduras de textura y consistencia más que dudosa. 

Como perversa era su relación con su prometida, esa anoréxica bipolar que unas veces se hacía llamar Olivia y otras veces se presentaba como Rosario. La relación de Popeye con los amigos de Olivia es patológica. De su antiguo novio Ham nunca más se supo, desapareció misteriosamente. Su otro pretendiente, Brutus, ese gigantón de barba y desaliñado aspecto bolchevique,  aunque fuera un tímido torpe a la hora de manifestar su amor y controlar sus pasiones, aunque el muy viciosillo tenía una desmedida afición por el bondage, el shibari y el nudo japonés,  nos parece mucho más sincero en sus sentimientos hacia la flacucha que esa actitud del marinerito tan chulesca, tan posesiva, tan de presumir de una relación tan sólo de cara a la galería, exhibiendo a su novia del brazo por muelles y puertos como si de un trofeo se tratase.
La extraña relación con Cocoliso nos hace más siniestro al personaje, este bebé de dudosa filiación no sabes si es el hijo secreto de Popeye y Rosario o el fruto de un desliz ultramarino de ese maltratador con pipa y mandíbula desencajada. Porque todos sospechamos que, cuando a Popeye se le iba la mano con las espinacas, le ponía a Olivia la cara como un mapa y le rajaba los pechos con las dentadas tapas de las latas de conserva. 
Es por ello que no nos cae bien, que no aplaudimos sus victorias, ni nos hacen gracia sus ganchos de derecha, y que nos alegramos profundamente de su progresivo deterioro físico.


14 comentarios:

  1. Anónimo16/10/13

    Jajajaj!!! pues a mi sí que me gustaban, sobre todo Cocoliso y Olivia, aunque hay que reconocer que tienes razón en todo lo que dices, ... Xhrst.

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    1. Xhrst, la razón la llevas tú. Olivia era muy sexy

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  2. mis recuerdos de Popeye...

    Aquellos carnavales que mi madre quiso disfrazarme de Olivia con la idea de ponerme un chorizo como coleta... me negué rotundamente
    Aquel superhumor de Popeye, que todavía conservo y tiene más años que el catarro. Lo descubrí allí antes que en dibujos. Me fascinaban las hamburguesas que comía Pilón. (todavía no había mc donalds ni similares en la ciudad)
    Aquellos granos asquerosos que les salían a todos en los codos y las rodillas.

    Podría haber vivido sin él perfectamente.... gracias :)

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    1. Dalicia, he visto muy pocos de esos comics pero su surrealismo tiene poco que ver con los dibujos animados y ha servido de inspiración para el cómic underground americano (Robert Crumb y otros).
      Ahora a surrealista nadie gana a tu madre con lo del chorizo.

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  3. Pues a mí sí me gustaba Popeye, sobre todo la banda sonora jajajajjajaja. Pero no era de mis preferidos. A mí me ponían mucho más, por ejemplo: Don Gato, El Correcaminos, y más el Coyote, Tom y Jerry, Dartacán, La Gata Loca, El hipopótamo aquel del super-rugido huracanado, que no me acuerdo como se llamaba.... Bugs Bonny sin embargo no me terminaba de convencer...
    Si hubiera sido capaz entonces de hacer un perfil psicológico de todos ellos como el que has hecho tú de Popeye, los hubiera vetado a todos y hubiera tenido una infancia sin dibujitos animados, lo que hubiera revertido en una madurez mucho más trastornada que ahora, que tengo los brotes psicóticos totalmente controlados :D

    Besos, Pazzos.

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    1. Novicia, con la banda sonora de Popeye ha saltado a la goma media humanidad; concretamente esa mitad de la población global que suele usar bragas.
      (Se llamaba Pepe Pótamo y lo mejor de Don Gato era la voz de Benito).

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  4. Pero... ¿cuántos años tienes? ¿o tenemos? Yo entre 55 y 60.

    Un abrazo

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    1. José Luis, ¿por qué tu extrañeza? Voy camino de los 50, pero me di un golpe en la cabeza cuando tenía 15.

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    2. Lo del golpe es normal, otros tomaban drogas. Tiendo a pensar que los blogs en los que el humor es importante están hechos por personas más jóvenes, pero es un prejuicio mío, ahora lo veo. Mirándolo bien, la edad no importa tanto, sino la actitud, que es lo que me gusta de este blog, también del blog de HombreRevenido. Ciertas palabras sugieren ciertas edades, por otra parte.

      Un abrazo

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    3. De un tiempo a esta parte me dicen muchas personas que, por teléfono, tengo voz de adolescente... Es una forma muy elegante de llamarme inmaduro ;)

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    4. Ha sido en los telefilmes de los domingos por la tarde en Antena3, que ahora oigo de fondo, donde he visto con más claridad la contradicción o falta de coherencia entre la apariencia de una persona y su voz. Aunque todos estos telefilmes tienen cierto efecto narcoléptico, no sé si solo por las voces

      Un abrazo

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    5. Siempre cuento que mi madre se enamoró platónicamente de Andrés Aberasturi cuando trabajaba en la radio. El amor le duró hasta que lo vio por televisión.

      Para efecto narcoléptico el de ver a los Teletubbies a las 8 de la mañana después de una buena noche de juerga.

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  5. Popeye, décadas al servicio del poderoso lobby de las espinacas.
    Yo tampoco me fío.

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    1. HR, si hasta el nombre es sospechoso, porque a ver ¿dónde están las espinas?

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