martes, noviembre 22, 2011

No leemos, no sumamos, no escuchamos III

No escuchamos
escultura de Baldessari
No escuchamos, no sabemos escuchar.
He vuelto a apuntarme a clases de inglés por enésima vez.  A los españoles no se nos da bien hablar idiomas. Nuestros dirigentes no los dominan y es una de las razones por las que otras potencias nos tienen dominados.
Se habla mucho de las razones por las que se nos dan tan mal los idiomas; que si las películas las vemos dobladas y con ruido de palomitas de fondo; que si tienen poco espacio en los programas educativos; que si el sistema fonológico del español, con pocos sonidos y una gran distancia fonética entre ellos, nos dificulta la comprensión de los sonidos de otras lenguas; que si el español es un idioma tan superior a todos los demás que para qué vamos a aprender otra cosa…

Pero cada vez estoy más convencido de que el problema de fondo es que: NO ESCUCHAMOS.  Prestamos poca atención a lo que dice el otro. Seamos honestos, ninguna atención. Lo único que nos preocupa es captar una o dos palabras de su discurso para colocarles nuestro rollo, ese que tenemos tan bien pensado, que es tan brillante, a ver si lo dejamos con la boca abierta y, a ser posible, sin palabras. El interlocutor sólo sirve para darnos el pie sobre el cual montar nuestro despliegue de genialidades, pero que después se quede calladito y no nos robe protagonismo.

El monólogo es el género teatral ibérico por excelencia. Don Juan tirando de labia y no esperando de Doña Inés otra réplica que un asentimiento de cabeza, y un abrirse de piernas lo más rápido posible. Trato de recordar un diálogo teatral famoso en lengua castellana y no me sale ninguno, esas mariconadas las dejamos para Platón y los griegos. El diálogo es cosa de pusilánimes. No podemos dialogar con terroristas, sería una debilidad. En lugar de dialogar nos encanta dictar ¿HABRÉIS TOMADO  NOTA?, ¿NO? Pues eso.

No escuchamos,  interpretamos. Y seguimos la consigna de los intérpretes: Traduttore=tradittore  (no sabremos idiomas, pero el italiano lo dominamos todos los españoles, de eso presumimos ufanos, ¡gracias, Rafaella!). Cuando aparentamos escuchar, con una pose muy estudiada,  la barbilla apuntalada entre el índice y el pulgar, por un oído nos entra y por el otro nos sale.  Y el mensaje nos sale distorsionado, como en el juego infantil del telegrama, lo repetimos a nuestra manera, lo mejoramos, por supuesto, y lo hacemos irreconocible, ¡cómo no!

Nos horroriza escuchar nuestra voz en una grabación. No es extrañeza, no es pudor, no es vergüenza, es culpabilidad.  No queremos enfrentarnos a la prueba máxima de nuestra estupidez : la voz exterior "extridente", chillona, tartajosa, no se corresponde para nada con nuestra voz interior que creíamos tan armónica y ecualizada, hasta oirla no nos habíamos dado cuenta. Y nos percatamos entonces que  ni siquiera nosotros mismos nos  escuchamos las gilipolleces que decimos. Esas que las escuche el otro.

No escuchamos.

No te escucho.

No sé lo que de verdad quieres

Y parece importarme tan poco...

13 comentarios:

  1. Anónimo22/11/11

    En parte estoy de acuerdo. Pero también es verdad que, al menos con el inglés, la distancia fonética es muy grande.
    Otra cosa es, en general, esa tendencia a escucharnos, que nos delata: somos unos ególatras.
    Lo del micrófono es otro problema: por una cuestión de desfase externo/interno de nuestro aparato auditivo, tenemos que oírnos varias veces hasta que nuestro "oido interno" consiga reconocerse. En unas cuantas sesiones, ya está hecho.

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  2. Yo peco de eso. Me encanta hablar. Mucho. Y a veces, no me detengo en escuchar. Y aunque soy consciente de elo, no siempre pongo remedio.

    Mea culpa!

    Glups!

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  3. Escuchar, escuchar ... ¡Escuchar está sobrevalorado! Es mas; representa un serio problema para la salud y el bienestar social. Podrías llegar a aprender algo ...

    Y usted, que es viajero interplanetario, debería reconocer las indudables ventajas del silencio del espacio y la impagable oportunidad de hacer el monólogo perfecto mientras flota a la deriva hacia algún horizonte de sucesos donde inmortalizarlo en la eternidad.

    Saludos.

    P.D.: Ahora que las huestes de Rajoy, Espe y Cospe se enseñorean de esta tierra me gusta la idea de figurar como extraterrestre siquiera en este peculiar rincon de ciberuniverso.

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  4. paseante, no nos gustan ni los espejos que nos reflejan, ni los ecos que nos delatan. No nos gustamos pero no queremos reconocernos y reconocerlo.
    (joer, que pomposo mi discursito)

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  5. flower, ¿decías?





    Peca, hija, peca.Aunque sea de eso.

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  6. Anónimo22/11/11

    A quien se lo dices Gordo!!!llevo toda la santa vida laboral haciendo cursos de técnicas de ventas en los que siempre se insiste en lo importante que es saber escuchar al cliente...eso si en los anuncios de trabajo para vendedores (los pocos que quedan) siguen pidiendo "facilidad de palabra" no facilidad para escuchar a los demás. Como decía mortadelo "habla chucho que no te escucho"

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  7. Si consideras que la cotización de la escucha atenta está sobrevalorada ¿estamos ante una nueva burbuja?

    Tras milenios de silencio interestelar se añora hasta el sonido de los regüeldos.

    Tengo ganas de escribir algo sobre el horizonte de sucesos, ese borde de la catarata emocional y de un concepto que Millás planteaba el otro día: la nostalgia de futuro.

    Rajoy, Espe y Cospedal a escala galáctica son sólo polvo en el viento. No les conceda una importancia que no merecen.

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  8. Oddiseis, el comentario anterior era para ti, que me he hecho un lío.

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  9. Berto, el problema ye que tenemos mucho cerullu y poca oreya.

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  10. Anónimo23/11/11

    Hola

    Chapó!!!

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  11. Anónimo, hola también, pero que conste que yo no he chapado nunca a nadie; eso son insidias y calumnias que usted difunde cobardemente amparándose en el anonimato.

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  12. mira, yo el inglés lo aprobé con las letras de los Stones, Pink Floid, Ramones, Police, Gary Moore...en serio, tenia un estribillo para cada ejercicio. A partir de ahí hasta que no me puse a hablarno nada de nada. Yo creo que aqui lo que nos pasa es que no hay tradición y nos da vergüenza romper el hielo. Ahora estoy con el francés, basicamente por que tengo clientes marroquies, tunecinos y un fichaje del Congo. Cuando intento pronunciar algo parece que me haya tragado un cactus. Me faltan sonidos.
    Lo de no escuchar, en un país en que hay que bajar la tele por que los participantes de un debate gritan sandeces, en el que en los pasillos de hospital se grita al teléfono...pues igual es un mecanismo de defensa ...lo del diálogo...Pimpinela sirve?

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  13. eSaDeLbLoG,
    I can´t get no satisfaction, wish you were here, I can't get you outta my mind,don't stand so close to me, still got the blues.

    Me encanta saber que aunque antes no te puse nada de nada ahora has perdido la vergüenza y has logrado romper el hielo con un fichaje del Congo con el que practicas el francés aunque parece que te hayas tragado un cactus, por mucho que grites sandeces como mecanismo de defensa acabarás en los pasillos de un hospital ¿que te faltan sonidos? ¡lo que te tiene que faltar es aire!

    Olvídame y pega la vuelta.

    No es en serio, también tengo un estribillo para cada ejercicio.
    Un besote.

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