lunes, enero 30, 2012

Menos mal que hay Portugal


Lo primero que te cuentan cuando dices que vas a viajar a Portugal es que el marisco es muy barato. Así que lo primero que haces es meterte en un restaurante.
El camarero se acerca con la carta. Tú no le conoces. Él no te conoce y, sin embargo, ya te odia. Se supone que tú vas a pagar, pero da igual, él te tratará como un sargento en la mili, como un profesor en un examen.
Toma notas en su libretita como un polícía en un interrogatorio. Él pregunta: ¿Qué va a ser de primero?* Pero el tono es como si inquiriera: ¿Dónde estaba Usted la noche del crimen? Vuelve a la carga: ¿Y para beber?  Ahí es donde el camarero demuestra sus dotes adivinatorias y que no en vano estudió en la Escuela de Hostelería que regenta el licenciado Torqueimada  Sade do Maquiavelho
  •  Si tú estás eufórico, dispuesto a tirar la casa por la ventana y deslumbrar a la familia, a tu pareja, a tus invitados, con tu buen gusto y tu generosidad y querías pedir un buen reserva:
-Un Vega Sici...
-Tenemos un cosechero excelente -te interrumpe. Y ese días comes con vino peleón. Por sus cojones.
  • Si por el contrario, vas un poco raspado y quieres pedir el vino de la casa, antes de que puedas decir nada el camarero se pone estupendo:
-Tenemos un Chateau Lafitte que es una auténtica delicia. Y el camarero interpreta tu boca abierta y tu gesto desorientado como una confirmación y se presenta en un pestañeo descorchando la botella ante tus ojos desorbitados.

  • ¿Y si no pedís vino? ¿Qué queréis agua? ¡Huy, lo que me ha dicho! El camarero arrancará las copas de la mesa, cogidas por el tallo y, herido en su orgullo abandonará la mesa a toda velocidad, con gesto ofendido se atrincherará en el office poniendo cara de que ni el maître, ni el dueño del restaurante podrán convencerle de que vuelva a servirte.
Esa es otra manía que no acabo de entender. Cuando te sientas la mesa está puesta; sus platos, sus vasos, sus cubiertos. Pues bien, llegará el momento de pagar la cuenta y de todos esos que te pusieron al principio no utilizarás ninguno. Primero te retiran las copas, después el plato. Como tienes miedo de que el muy borde te deje sin comer, haces un amago de retener el plato. Te pongas como te pongas se lo lleva y además con gesto desafiante te retira los cubiertos. Y digo yo ¿para qué los ponen si luego los quitan? De verdad, no lo entiendo.
Y llega el arroz de marisco. Y el camarero empieza a desplegar ante tí todo el instrumental: un mazo, un tenedor de dos púas, un cuchillito, una tenaza, una tenacilla, un garfio, una rasqueta, un...
Tú, ahí, ya no puedes más y le gritas: ¡Quiero comer marisco, no operar a la cigala!
Porque la etiqueta y tú siempre habéis estado reñidos. El caso es que llevas media vida aprendiendo a pelar los langostinos con cuchillo y tenedor. Media vida embadurnando manteles con mayonesa, encestando cabezas de gamba en los escotes, salpicándote la camisa de las bodas con los percebes y por fin cuantdo te manejas con soltura y precisión quirúrgica, llega Isabel Preysler y sentencia que el protocolo obliga a comer el marisco con los dedos. Y lo dice sólo por joderte. Por que el protocolo existe sólo por joderte. (¿Por qué es tan pequeña la cucharilla del postre? ¿Acaso te ha encogido la mano entre los entremeses y el último plato?) Pues bien, cuando por fin aprendes como se chupa en España una gamba diseccionándola con los dedos como mandan los cánones cruzas la frontera y vuelves a estar jodido porque tienes en la mesa delante de tí una cubertería completa de la Cruz de Malta. Entonces te das cuenta de que la que te regalaron en la boda en realidad la robaron tus primos en un mesón de Oporto.

¿Qué decir del marisco? ¿Qué  clase de crustáceos son los que te sirven? Sin duda algunas especies son desconocidas hasta para la familia Cousteau. Mirando aquellos extraños seres acorazados y amenazantes  te acuerdas de Alien y te percatas de que aquellos cubiertos tan sofisticados en realidad están ahí para defenderte.
Como en Portugal es una hora menos, y además comen muy pronto, el camarero  está impaciente porque ya son casi las dos de la tarde y te retira la comida antes de que hayas terminado. Te trae la cuenta. La revisas.
No es que te cobren el pan y la mantequilla, no señor. Es que las aceitunas, el melón con jamón y los patés que habían hecho exclamar a tu señora: ¡Qué majos!¡Estos detalles no los tienen en España! te los han cobrado y a precio de caviar ruso. Los chupitos de aguardiente exótico marca O Corrosivo te los han cobrado más caros que las dos botellas de vino francés (por cierto, la segunda te la trajeron ya abierta cuando te disponías a atacar el postre).

Eso sí, el marisco, lo que es el marisco, es muy barato en Portugal.





*Los diálogos del camarero han sido traducidos, el vídeo no.

13 comentarios:

  1. A, madre, lo que has sufrido en Portugal... jajaj. Lo del marisco es un mito: vale igual. Otra cosa es el arroz con nose qué, o con "polvo", que suena mal pero es pulpo de toda la vida. El vino, para cagarse, con perdón, a mí siempre me lo han puesto peleón. Aunque he de decir que la última vez, con tres amigas no abstemias like me, nos bebimos 5 botellas de ninho verde. Y bailamos y rodamos por todas las cuestas de Lisboa. Y gritamos. Y encima nos grabamos en vídeo. Mola el vino peleón a veces. ;)
    Así que, resumiendo, llevas más razón que un santo: te cobran el paté de sardinha, te cambian los cubiertos con que te recibía la mesa, y el camarero es de la escuela de hostelería que dices. La única que debe de haber allí, no?

    Jeje. Un beso, Pazzos.

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  2. Ya tengo una razón para no ir a Portugal... odio el marisco...
    Saludos.

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  3. Señorita Sunshine, el caso es que siempre digo que los portugueses son españoles bien educados y siempre que puedo disfruto de Lusitania.
    Por cierto, me siento muy halagado por acordarte de mí en tu entrada, tengo que buscar un hueco para contestar ese meme, muchas gracias.

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  4. Elvis, ¿no te gusta el marisco? eres raroraroraro.

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  5. No, bueno, igual un poco si, pero sobre todo soy carnivoro...

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  6. Esta entrada no estaba aquí ayer, ¿o sí?
    Lo de los aperitivos se lo deberían mirar, en efecto, o en su defecto ser un poco más originales y servir ensaladilla lusa.

    Y me pregunto, ¿enfadarse será entrar en trance con el fado?

    Me voy a dormir, Mr. Pazzos. Que tenga usted buen día.
    Besos.

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  7. Elvis, ya sé a quien invitar a una mariscada a escote.

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  8. Nancy, me apunto lo de la ensaladilla lusa, la próxima vez que vaya a un chino en Portugal pienso pedirla a ver que me traen.

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  9. Bueno, pero ten cuidado, que no sea un día de luna llena, porque esos días me convierto al marisco...

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  10. Elvis, no sí los españoles con tal de que sea gratis como si se intoxican, aunque sean del mismo Tupelo en Misisipi.

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  11. Me encanta Dulce Pontes y me encanta Portugal he estado un montón de veces y ese bacalao...

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    Respuestas
    1. El bacalao es de las pocas cosas que no soporto ni por vía oral ni por la auricular.

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    2. El bacalao es de las pocas cosas que no soporto ni por vía oral ni por la auricular.

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