Noria de Chernobyl
La entrada en la feria era algo fundamental. Había que marcar territorio y dejar claro desde el primer momento quién era quién. Nosotros entrábamos en la feria batiendo palmas como los Chunguitos y cantando a grito pelao:
"CUANDO SUBE LA MAREA
Sandokán se la menea
CUANDO LA MAREA BAJA
Sandokán se hace una paja".
Si un crítico musical hubiera tenido que juzgar nuestra interpretación se habría sorprendido del brío y vaivén de habanera con el que cantábamos los versos impares en forte-fortissimo y la pacata y pianissima ejecución de los versos pares que cuasitarareábamos por lo bajinis con una sonrisilla entre pícara y gilipollas. Este virtuosismo vocal, este derroche coral apenas era apreciado porque, por más que nos desgañitáramos, la música de los coches de choque lo ahogaba todo. Estridencia, ¡que bonito nombre tienes!
Desde la plataforma eramos observados por encima de sus gafas de espejo por los macarras que siempre nos pedían las pelas pero que ahora estában muy ocupados morreando a sus hipertetudas novias.
Subíamos por una rampa de aluminio para canjear monedas por fichas, igualito que si estuviéramos en el casino de Montecarlo aunque el croupier en nuestro caso no tenía las uñas tan limpias. En cuanto sonaba la bocinilla que anunciaba que a aquel vals hombre-máquina le había tocado el cambio de pareja nos abalanzábamos a la pista en busca de un auto rojo. Si no quedaban rojos, ni alguno en medio de la pista nos teníamos que resignar a coger uno de los que estaban aparcados en el borde.
La dirección asistida de los autosdechoque es bizarra, y a veces no lográbamos sacar el coche de su aparcamiento. En esos momentos nuestros rostros se teñian con el color del auto: "rojo humillación". Un legionario de biceps adornados con tatuajes indescriptibles por lo borrosos daba un empujón a la barra del coche y nos dejaba a la intemperie en medio del campo de batalla.
La duración de la atracción dependía de factores tales como la altura del sol, la gente que esperaba en las plataformas, si había que reparar algo con cinta aislante y tresenuno o las ganas de mear que tuviera el taquilleropinchadiscosmaestrodeceremoniasmecánicoconductorjefedemarketingempresario. Cuando le salía de los cojones se tocaba la bocinilla y había que evacuar la pista atodahostia no fueras a perder un tobillo y convertirte en un cojo amargado para el resto de tus días. Las sirenas que anuncian los bombardeos aéreos en las guerras no son obedecidas con tanta celeridad.
Cuando se nos agotaban las fichas nos dirigíamos a la noria. Por taquilla pasaban los vivitorros que era como se llamaba entonces a los hijosdepapá. También pasaban los macarras que invitaban a sus hipertetudas con nuestros duros porque nuestra técnica de intimidación coral no había tenido demasiado éxito. Nosotros no pasábamos por taquilla, esperábamos a un lado mientras los otros ocupaban las góndolas.
La tracción en aquellas norias la proporcionaban dos neumáticos que comprimían un aro metálico circunscrito a la redonda estructura metálica de la atracción. Como en la Fórmula 1, los neumáticos eran lo más importante; si la presión no era la adecuada o las gomas estaban desgastadas teníamos una oportunidad. Si el operario de la noria comprobaba que no había suficiente gente en la noria para equilibrar las cestas nos dejaba subir gratis como contrapeso. Nos intercalaba enttre las barquillas de vivitorros y macarras para conseguir la estabilidad de la rueda, minimizar el desgaste de los neumáticos y conservar su agarre; ya lo dije, lo mismito que en la Formula Uno. La Formula V era lo que sonaba por los altavoces.
En la rueda de la vida muchas veces me he sentido igual. Me quedo a un lado viendo como los demás se montan entre risas; los pijos y los macarrras pasan por delante mientras espero mi turno resignado. Más por servir de contrapeso que por caridad alguien me cede un asiento y doy unas cuantas vueltas que apenas disfruto porque me siento como un lastre. Y todo acaba como aquellos viajes en noria:
Vomitando cuando para.
El "Mundo" no parara por mucho que nos quejemos, la injusticia social tampoco.Hoy en día; nacen más niños con problemas.El motivo: que las madres del primer mundo;que consideran que es el ideál. Estan pagando un precio muy alto por el progreso.PERO POR LO MENOS TIENEN DERECHO A QUE SE ESCUCHE SU VOZ.PERO QUE ME DICES DE LAS QUE NI ESO EH!(...)
ResponderEliminar-Te hablo con voz de causa(soy de educación especial) y no vamos a mejor ,vamos a peor ,si no paramos yá y cogemos el toro por las astas(...)
Un abrazo y ánimo:)
Magnífico tu relato. Desde luego no has perdido la forma en todo este tiempo. ¡Qué envidia!
ResponderEliminarQue solo miremos como gira la noria y no subamos a ella es algo que nos pasa a muchos.
ResponderEliminarLa sensación de agobio al escuchar esta cación me persigue desde pequeña. Un stress eso de que todo se mueva y tú estés quieto y no sepas ni por donde empezar ni a donde ir.
Yo también vomito, siempre que no conduzco.
Al final va a ser cierto que el mundo es solo de los valientes que se arriesgan a caer. Besos.
bertha, a veces pienso que mi generación fue la última "sana", la última que jugó en la calle, la última que comió alimentos naturales pero, como de tantas otras cosas, tampoco de eso estoy seguro.
ResponderEliminarkoolau, eso de que no he perdido la forma mejor se lo cuentas a mi báscula y a mi sastre.
ResponderEliminaranónima, lo malo de no montarse en la noria es que, a lo peor, te uncen a ella como un borrico
ResponderEliminarMama mía que comentarios más tristes, pordiossssss, con lo fantástica que es esta entrada, con lo bien que describes a los que nos sentimos perdedores en algún momento... pero qué bien nos has retrotraído, cachofeo!!
ResponderEliminarYo recuerdo los autosdechoque como el lugar de mayor ligoteo en mi e´poca adolescente, y yo precisamenete, no era de las que ligaban por aquellos entonces, mira tú!! Recuerdo de dar bastante lustre a aquellas barras que había como asientos, meintras mis amigas eran invitadas a ir de copilotos con los tiosbuenos del momento.
Y, oye, no te hagas el perdedor, que estoy segura que si me encontrase en una góndola de noria y te veía abajo, te agarraba de la solapa y te metía dentro sin ninguna contemplación. Y que se rían los pijos y los macarras de lo que iban a alucinar viendo al pazzos desde las otras góndolas, cacho perro!!
Mua!!
flower, ¡déjate de norias y vente a dar una vuelta al tren de la bruja!
ResponderEliminarSolo te digo (me explico fatal) que el mundo es de aquellos que arriesgan el todo y por todo. Si quieres algo ve a por ello sin más. No hay nada que perder. Que digan lo que digan. Si sale mal...te queda el haberlo intentado, el haberte sentido vivo. Frente a tu propia energía no hay desastres nucleares que cuenten. Un beso.
ResponderEliminarEs por eso que yo sigo prefiriendo el Parque de Atracciones de toda la vida - incluso las verbenas de barrio - que los parques temáticos que tanto privan ahora... Son más realistas los de siempre.
ResponderEliminarLa vida es así, sube y baja a voluntad o guiada por una mano que la manipula a su antojo.... Pero piensa una cosa: si la tuya es como una noria, no vas mal. Es rítmica, sin sobresaltos.... Lo peor es cuando te toca la montaña rusa, Pazzos. Eso sí que es difícil de gestionar sin salir disparado.
Un beso y feliz semana
Joder, qué bueno! Por qué al final se acaba la feria y llega el vómito?? no, no!! Si lo tuyo no es lo peor... mírame a mí, que no dejo de dar vueltas sin llegar a ningún lugar y encima ni vomito, sino que sigo aguantando como si fuera mi destino obligado.
ResponderEliminar:(
anónima, el que no ha sabido explicarse he sido yo. Este post nace de un complejo de clase. Ultimamente me da la sensación de que entre los de siempre y los macarras, los trileros, los tramposos nos tienen ninguneados, nos utilizan y, para encima, no nos dejan subir a la noria.
ResponderEliminarNovicia, ¿así que la noria no tiene sobresaltos?, qúedate una noche atrapada en lo alto y luego me cuentas.
ResponderEliminarNo tengo mucha nostalgia de aquellas viejas atracciones, para mí el Dragon Khan también tiene su puntito.
Srta Sunshine, no te creo porque el otro día anduviste de Feria y que te quiten lo bailao ¿o no?
ResponderEliminar¿Das vueltas y no vomitas? Lo mismito que un derviche.
La feria me trae muchos recuerdos, cercanos a los tuyos en lo que se refiere a la fauna, pero no tanto en cuanto a la puesta en escena. Me ha gustado cómo has llegado a esa gran verdad final. También se podría decir aquello de que en la noria de la vida unos están arriba, y otros abajo. Habría que hacerla caer, y que girase en horizontal.
ResponderEliminarAnto, la noria horizontal se llama tiovivo, carrusel o ruleta de la fortuna y viene a ser, poco más o menos lo mismo. La ruleta rusa es la versión gore del asunto.
ResponderEliminarMetoclopramida en vena, querido.
ResponderEliminarYo se la pongo, no se preocupe.
Mrs Nb, me acordaré de ti la próxima vez que necesite un antiemético.
ResponderEliminarTenía un amigo que estuvo en un hospital y, para provocarla, siempre le pedía a una enfermera monja que le pusiera los supositorios.
Ella, resabiada, siempre le contestaba: "Póntelos tú que ya eres mayorcito".
Odio la noria.
ResponderEliminarYo tenía unos diez años y mi madre me había comprado un sombrero cordobés, de cartón forrado de papel pinocho negro, con un floripondio rojo prendido en la cinta del sombrero.
Tan flamenca, yo.
Pasábamos bajo la noria, con mi madre y mis dos hermanos, a la búsqueda de tres hermosos algodones de azúcar, cuando alguien potó desde arriba y una parte de su vomitona, menos mal que poco, me cayó a mí encima.
Gracias al sombrero protector... que me protegió de todo y sólo hubo que tirarlo a una papelera.
Casi me muero de asco... todavía me sube la tensión, sólo de pensarlo.
Hay que ver, cosa tan mundana como una feria de las de siempre y la cantidad de anécdotas que aporta.
ResponderEliminarNo obstante, si potaba (alma cándida) ¿para qué se subía? Si es que a veces la conciencia de clase nos pierde ...
Yo, que siempre fui agorafóbico, nunca le tuve envidia a esos vivitorros (si usted dice que se les llamaba así yo me lo creo ... ). Y como siempre fui mas agarrao que un koala, ningún macarra se dio un paseo a mi costa (pobres; alguno hasta me registró los bolsillo en la vana esperanza de que lo mio fuese simple chulería). Así que ni peso ni contrapeso; ¡que no he pisao una noria en mi vida, vamos!
Y no poto desde los tres años.
A las buenas tardes ;)
Tesa, tu madre y tú fuisteis unas inconscientes al arrojar ese sombrero cordobés a la basura. Si lo hubierais guardado como hicieron Mónica Lewinsky y su madre y la pota la hubiera arrojado Mariano Rajoy (que no es muy afortunado con norias ni helicópteros) a estas alturas estarías ocupando el puesto de la Cospedal por lo menos.
ResponderEliminarMuy buena tu anécdota
Oddisseis, vivitorros los llamábamos aquí que somos más de pueblo.
ResponderEliminarQué suerte tienes que no potas desde los tres años, yo poto cada cuatro años, bueno, unas veces poto y otras veces me apstengo.
Cierto; hasta los tres años potaba en blanco. Luego vi que era absurdo y termine optando por el poto nulo.
ResponderEliminarCosas de la edad ...
oddisseis, uno a los 3 años deja las potas y los potitos, llega después la edad de potear con los amígos, la de pOTAN no, la de pOTAN de entrada no,la de opotitar a notarias, la de apotatar de todos los mandamientos, la de ir de potas con rubias de pote, la de ver como los rusos potan a Potin y despúes de tanto potiferio llega la im-potencia y no queda otra cosa que estirar la pota.
ResponderEliminarEl domingo 24, Elvira Lindo contaba en el País que Paco Valladares siempre contaba que como tenía el culo gordo de pequeño lo subían a la noria de contrapeso. Me ha resultado casi mágica la coincidencia y ahora entiendo porque tardaban tanto en montarme a la noria: De chico era muy flaco.
ResponderEliminarSi quieres leer a Elvira Lindo hablando de Paco Valladares y su noria, pulsa
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