No se trata de la presencia de Su Majestad en el palco, animando a nuestros colorines. Al Rey lo tienen castigado en la Zarzuela a copiar una y mil veces la letra de la canción del Capitán Tan:
"Un capitán no debe
nunca ser desobediente
ni cazar elefantes
cuando mira la gente"
Tampoco echo en falta las medallas, ya llegarán si llegan, y si no, volveremos a los tiempos de la niñez donde un cuarto puesto de Mariano Haro se celebraba como la mayor de las hazañas y daba para escribir una epopeya en el ABC.
Ni siquiera se me hace raro el chándal, ni vamos a echar más leña al fuego que de eso ya hemos hablado bastante aquí, en un post que resultó profético.
Lo que echo de menos es el desfase horario, ese delicioso jet lag que acompañaba a las Olimpiadas transoceánicas. Lóndres está demasiado cerca. Si me asomo a la ventana y miro al Norte puedo ver el brillo del pebetero olímpico rielar en la superficie del Cantábrico.
¿Quién se acuerda de que en Turín hubo una Olimpiada en 2006? Nadie ¿Por qué? Porque echaban las pruebas por la tarde. Unos Juegos que merezcan ese nombre deben de celebrarse en casalapuñeta, en las antípodas como muy cerca, y las retransmisiones competir en horario con la Teletienda. Esos emocionantes duelos a las cuatro de la madrugada entre un moldavo y un samoano para pasar a dieciseisavos del torneo de badmington. Esos magníficos comentarios enseñándonos las figuras del esgrima en la competición de florete a la hora en que los gallos empiezan a estirarse. Ese esfuerzo maratoniano por conseguir que no se te bajen las persianas mientras una docena de etíopes esmirriados recorren 42 kilómetros al trote cochinero.
Una retransmisión olímpica que no sirva para justificar llegar a la oficina con más ojeras que el pingüino de Batman ni es olimpiada ni es ná. Porque no tiene la misma gracia escaquearse en el curro para verlo por Internet. No señor, ni punto de comparación.
Y es que las pruebas, a estas horas de la tarde, aunque sean en directo, parecen en diferido y tienen un ritmo cansino, se hacen largas como un partido de cricket que es un deporte superemocionante que viene a durar sólo tres días si hay suerte y no llueve. Al ver deporte de día se pierde ese poder hipnótico que provoca el trasnoche, estoy convencido de que las legañas tienen propiedades lisérgicas. Tú ves a la Reina de Inglaterra a las 10 de la noche y, por mucho Sex Pistols que le pongas de música de fondo no deja de ser la pavisosa de siempre. Compáralo con la ceremonia inaugural de Pekin, con miles de chinorris disciplinados como autómatas, tú eso lo ves in the afternoon y te quedas indiferente; lo ves al alba y entras en trance, en la tele se te distorsionan los colores como si te hubieras tomado un tripi, (o hubieras comprado el televisor 3D en el Lidl), y ves al Mao Tse Tung de Andy Warhol presidiendo la ceremonia y a la mascota arrojando al pebetero a todos los europeos para que ardan.
Porque otra cosa que echo de menos en London 2012 son las mascotas. ¿Alguien ha visto a Wenlock y Mandeville? ¿Son clandestinas? Ni nosotros nos avergonzamos tanto del Naranjito. Que ya es decir.
Pues justo lo que a ti te falta, a mí es lo que más me gusta. Mencanta que coincidamos en horarios y poder ver por la tarde las competiciones en directo (por la mañana en el curro no me dejan). Ayer por la tarde no me perdí la natación y sobre todo la gimnasia masculina. Hoy por la mañana me perderé, a mi pesar, el baloncesto España-Australia... Me enteraré de los resultados por la tarde, pero no es lo mismo...
ResponderEliminarRespecto a las mascotas... ¡¡¡es que ni las había visto¡¡¡ No me extraña que las tengan escondidas bajo llave... Están inspiradas (plagiadas diría yo) de la serie "Futurama". Está cantao, vamos.
Un beso, Pazzos
Novicia, voy a intentar ver la final de 50 km marcha con el duermevela de la siesta a ver si le cojo el puntillo.
EliminarLo más gracioso de estas Olimpiadas es el rebote que se han pillado los americanos acusando a la nadadora de China de doparse cuando ni un jugador de la NBA va a pasar ningún tipo de control antidoping. La orina de Kobe Bryant tiene más colorines que mi Pirulo multifrutas.
Yo he visto a Wenlock, creo. No puedo confirmarlo porque también podría ser un calamar gigante metido en una bolsa de plástico. Los ingleses son buenos en asuntos de camuflaje. Mandeville, mitad sardina postmoderna, mitad bacalao sin ruta, se achicharra en silencio en la barbacoa gigante del estadio olímpico. Un homenaje al fish & chips en toda regla.
ResponderEliminarEn cualquier caso, la máxima decepción de estos JJOO no es la ausencia de desfase horario: es que el oso de Mr. Bean no enciendiera el pebetero. Qué vergüenza.
P.D. Si quiere probar mi té con propiedades lisérgicas similares a las de sus legañas, ya sabe donde vivo.
Siempre pensé que el oso de Mr. Bean era una referencia al osito de Sebastian, el prota de Retorno a Brideshead.
EliminarAlgun día, a las 5 o'clock, of course, quedaremos para probar ese té. En mi caso sólo un sorbito que, como se ve, no necesito mucho para desvariar.
¡Es verdad!
ResponderEliminarLas Olimpiadas de Pekín, con finales por la mañana... eso sí que molaba. Llegar de juerga y encontrarte las emociones olímpicas allí, sin edulcorar. Eso era mejor que almorzar.
Esas sensaciones mañaneras sólo son comparables a volver de marcha y ponerse a ver a los Teletubbies en plena marejada mental mientras abrazas fuerte a los cojines del sofá.
EliminarPues yo no hecho de menos nada en particular porque no me va mucho esta historia, en general no me gusta sentarme a ver deportes. Contra gustos no hay nada escrito aunque ahora mismo lo único que me subleva es ver tanta acumulación de gastos en un acontecimiento como èste en estos momentos de crisis, ... supongo que tiene que haber de todo pero indigna ver lo mal repartido que está el mundo.
ResponderEliminarAnónimo, supongo que se podrían organizar unos Juegos low cost. Por ejemplo, para ahorrar se podría competir desnudos como hacían en la Grecia Clásica. Daría menos vergüenza ir en pelotas que vestir nuestro chándal.
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