Mojó con saliva el pulgar del guante. Era casi imposible pasar la página y Hamlet estaba a punto de cumplir el mandato de su padre. El entrenador le colocó el batín y le arrancó el libro de las manos. Interrumpirle con la historia a medias le volvió loco de furor.
Era el estado de ánimo ideal para afrontar el cuadrilátero.
sí? pues yo estaría totalmente desubicada
ResponderEliminarEs que hay cosas que son una auténtica provocación...
ResponderEliminarnecesitamos ser provocados para hacernos reaccionar, y a veces suerte tenemos para afrontar los cuadriláteros.
ResponderEliminarMi curiosidad me lleva a querer saber que pasaba después del combate. ¿le premiaba si ganaba?
ResponderEliminarPero es cierto que a veces nuestra voluntad no es suficiente para alcanzar la meta.
¡Que filosófica estoy!
Será el color gris del domingo en el Infanzón.
Tal vez necesite una motivación para sonreir hoy.
La motivación-manipulación. Qué chungo. Me desmoralizan mucho los movimientos de marionetas y los espacios acotados por cuadriláteros.
ResponderEliminarQué breve has estado y qué bien, pazzos. Me he quedado un poco plof tras leerte, pero de eso se trata, ¿no? De que los textos que escribimos nos lleguen.
¡Un beso!
Ganas de acabar y rabia acumulada. En el primer round dejará KO a su contrincante.
ResponderEliminarObservo cierta perplejidad entre lo asiduos. ¿Es que quieres recordar los no tan lejanos tiempos del relato hiperbreve?
ResponderEliminarnuevo estilo? me gusta!
ResponderEliminarFue Shakespeare, justamente, quien escribió:
ResponderEliminar"La brevedad es el alma del talento".
Aplausos, Pazzos, con o sin guantes.
Es una pena que nos tengan que azuzar de esa manera. Claro que mientras no seamos libres y poderosos con nosotros mismos...
ResponderEliminarMuy buena la foto.
Esta historia, como tantas otras, me la inspiró Elba. Más maja ella. Tengo que convencerla de que monte un taller online porque tiene mucho que enseñar.
ResponderEliminarbatiscafo, no creo que se te noquee facilmente.
sintagma, ¿provocación? pues anda que tú con lo del pulpo.
maite, ni se te ocurra tirar la toalla.
emperatriz, si ganaba le leía un cuento antes de acostarlo, que los entrenadores siempre fueron muy paternales.
mandarina, quedarse plof es cosa de tomates e impropio de cítricos imperiales como usía.
mia moore, tú sí que entiendes. Y no esperó a que el arbitro terminara de contar para no perder el hilo.
koolau vagancia, sólo vagancia.
sofía, estilo ¿qué es eso?
arcángel, ¿eres la reencarnación del tío Guillermo? Nacer el 23 de Abril tiene que marcar y mucho. Gracias por la charla y por difundir el relato.
ula, azuzar bella palabra. Y precisa.
bueno... he sabido de unos que le quitan otras cosas para que boxeen con mucha furia... eh?...éste sublime.. besos Pazzos.
ResponderEliminarLaOnza
zblqpymShakespeare sigue dando mucho juego, y bien sabía él que la vida es lucha (o boxeo).
ResponderEliminarBesos sin duda.
Las letritas del principio tenían que ir en otro sitio, claro. Ya he hecho público mi despiste. Hamlet mató a Polonio por equivocación, lo mío no es tan malo, por ahora.
ResponderEliminarel poder de la frustración puesto en acto, o en round, bueno...
ResponderEliminar(un Shakespeare bien lo vale)
La vida, al fin y al cabo, es un rin.
ResponderEliminarY nos dan por todas partes..., supongo.
Muy gráfica esa idea de un boxeador conun libro en las manos...
ResponderEliminarlaonza, la reacción colérica será proporcional a la fuerza de atracción que ejerza el objeto sobre el sujeto. Pura física.
ResponderEliminarquantum, creía que lo del Polonio era más bien cosa de espías rusos.
z... interrumpir la lectura de Shakespeare justifica una tragedia, aunque sea una de sus comedias.
lunarroja, se reciben muchos golpes bajos en la vida, si. Hay que tener cintura para esquivarlos.
detective, Gómez Fouz un boxeador de los 70 escribió un libro sobre el maquis y me han dicho que no es malo. Debió ser el bicho raro de su gimnasio. Y supo mantener la guardia bien alta.
Me chiflaría conocer semejante tipo...de verdad de la buena...
ResponderEliminarnancicomansi, un tipo que cuelga los guantes pero es incapaz de colgar los libros.
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