domingo, abril 29, 2012

El barberillo de Benarés


Por esta vez, y sin que sirva de precedente, la foto la hizo Pazzos


Tengo una superstición. Creo que cortarme el pelo me trae mala suerte. Como a Sansón. Por eso cada vez me cuesta más ir al peluquero y retraso mis citas con las tijeras a la menor excusa. Al final, cuando parezco uno de los hermanos Macana me resigno y voy cabizbajo a la barbería con la aprensión de que algo terrible me va a suceder nada más salir del establecimiento.
También es cierto que allí echo poco tiempo porque el peluquero cada vez tiene menos trabajo conmigo y ya ni usa las tijeras; con una mano coge mis dos pelillos de Filemón y con la otra la navaja y de un solo tajazo (como Alejandro Magno resolviendo enredos o el rey Salomón dirimiendo juicios) me iguala toda la cabellera.
Mi peluquero y yo nos hemos ido quedando calvos juntos y eso une mucho. Por eso uno es fiel a la peluquería de siempre y no se deja tentar ni por las peluquerías modernas de esas en las que entra un Cromagnon y lo dejan como Cristiano Ronaldo ni por las peluquerías chinas que son mucho más baratas y terminan con un final feliz. No y no. A mi me cortaban aquí el pelo cuando me montaban en una sillita con la cabeza de Bambi para que me estuviese quieto y me afeitarán la cabeza para meterme en el ataúd (que como la Disneylandización de este país siga a este ritmo también tendrá una cabeza de Bambi de adorno)

Una peluquería de caballeros (salón de imagen capilar, me corrige ofendido el gremio de rapanucas) es uno de los pocos sitios de este país donde uno todavía puede encontrar un Interviú. Es más, hasta es fácil que ese Interviú sea aquel mítico en el que Marisol enseñó a los españoles lo que son dos tetas. Porque no nos engañemos el negocio es lo que es y da para lo que da y no está la cosa para andar despilfarrando en revistitas de diseño. E incluso si miras bien en los estantes seguro que te topas con un frasco de Varón Dandy con su inconfundible tapón de sombrero de copa. Y también está allí desde que el mundo es mundo una banda de ¿caucho? con la que se afilaban las navajas. Mi peluquero utiliza cuchillas desechables pero se empeña en que los de la Gillette no tienen ni puta idea de lo que es un buen afilado y siempre le da una pasada a la navaja por la tira de caucho, con lo que los hombres de mi barrio compartimos todos nuestros virus y nuestras miserias. Pero en mi barrio somos todos como una gran familia y nunca vamos a discutir por un poquito de hepatitis de más o de menos.
No existe un peluquero mudo. Cuando se sacan la licencia les hacen un examen médico y si estás un poco ronco no lo pasas y te  dicen que es mejor que te dediques a otra cosa. Además saben de todo; yo, antes de que existiese la Wikipedia cuando no recordaba un dato me daba una vuelta por la barbería y me resolvían la duda en microsegundos. Las respuestas tenían la misma fiabilidad que las de la Wikipedia pero expresadas con mucha mayor rotundidad y convencimiento. A ver quien es el valiente que le lleva la contraria a un hombre que te apoya una navaja en la yugular.

A lo que iba que me disperso, en cuanto sacan el espejo para enseñarme el resultado y compruebo que me han dejado la coronilla como a San Juan de la Cruz, a partir de ese momento siento como un repeluzno que me  recorre la espalda. No, no son los pelillos que se me han colado y que me pican, no. Es como el presagio de que algo terrible va a sucederme. Cuando salgo de la barbería y siento el viento gélido azotarme el cogote pelado me estremezco. Voy por la calle mirando con recelo los andamios y esquivando los letreros luminosos, me demoro al cruzar ante los semáforos para cerciorarme de que aquel monigote parpadeante es efectivamente verde y no es que me haya quedado daltónico de repente.
Cuando llego a mi portal, evito usar el ascensor y me aventuro por los peldaños, afianzando cada paso y  no sin antes haberme aferrado con un arnés de seguridad al pasamanos de la escalera.
Cierro la puerta de mi hogar, con suavidad y prudencia no vaya a pillarme los dedos. Olfateo el aire una y mil veces para descartar una fuga de gas antes de atreverme a encender la luz y procuro apretar el interruptor en el mismo centro para evitar electrocutarme con las manos tan resudadas por el pánico como las llevo.
Me pongo un salvavidas que mangué en Iberia para meterme en la ducha y poder deshacerme de los pelillos que me están matando por la espalda. Me ducho sentado en el fondo de la bañera que un resbalón a estas edades es una rotura de cadera fijo y si no que se lo pregunten al camarada monarca.

Cuando por fin me meto en la cama (sin cenar, que de grandes cenas están las sepulturas llenas) tiro la almohada, la manta y las sábanas no vaya a ser que me ahogue con ellas en sueños. Al  fin caigo rendido y me duermo. Pero ahí no se acaba todo pues es entonces cuando se cumplen todos mis temores. Siempre tengo la peor de las pesadillas. Sueño que me ha crecido otra vez el pelo y tengo que volver a ir al barbero.


19 comentarios:

  1. Lo tuyo es hipocondría pura... Yo me dejaría crecer el pelo. De hecho lo dejo crecer, pero el jodido no asoma ni a la de tres...
    Saludos.

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  2. Elvis, es muy fácil hablar con un tupé como el tuyo pero yo en la cabeza tengo una fregona.

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  3. Comparto su aprensión, más que por el corte por el empeño peluqueril en peinarme. El mantra que repito es "no quiero salir con el pelucón de Marge Simpson".
    Esos cardados, el cepillo estirajando la raíz del pelo, el secador achicharrando sin piedad el cuero cabelludo... Un sufrimiento digno de pesadilla.

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  4. No creas. Mi tupé se lo llevó un día el viento y jamás volvió, como si se hubiera ido a comprar tabaco. Desde entonces estoy calvo como un huevo...

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  5. Tu te acuerdas de Yul Brynner, pués nos tenía a las escolares enamoraitas.Es que siempre era el más listo(no tenía un pelo de tonto) y el más guapo.Y si iba de esclavo el más fuerte y si de señor el más caballero...

    Un abrazo y no decaigas ánimo Pazzos;P

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  6. Qué bueno eres, jodío! :)

    Me ha dado mcuha envidia tu crónica peluquera... a mí, que me creía la reina de la peluquería, que voy una vez al mes por puro placer, y que me creía guay por leer allí el Cuore y que me den café. La verdad es qjue me gustaría mcuho más alguna revistilla más verde y un barbero sabio... lo de los virus, no te lo envidio, porque ya los comparto haciéndome la cera en el centro de belleza de mi calle :) Salimos muy monas pero mejor no pensar por qué compartimos estas cosas.

    AH, Y LA FOTO.. qué angustia, hijo, jajaj!!!

    Un beso, Pazos

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  7. Nancy Botwin, me hace gracia este "tusteo" que nos traemos vuesa merced y yo con el tratamiento , unas veces de tú, otras veces de vos. La verdad es que los hombres somos unos quejicas, la peluquería de señoras es muchísimo más sofisticada en lo que a instrumentos de tortura se refiere. La cera sin ir más lejos...

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  8. Elvis, veo que como el Rey echas de menos Tupelo. Saca partido a esa calva, como espacio publicitario por ejemplo.

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  9. Bertha, para llegar a Yul Brynner aún me quedan un par de desastres capilares. Con lo bien que me crece el pelo en el resto del cuerpo...

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  10. Miss Sunshine, al que inventó la cera tenían que haberlo juzgado en Nuremberg.
    No sé porque te angustia la foto. El corte de pelo en Benarés era muy práctico, te lo hacían en los mismos Ghats, bajabas dos peldaños, te dabas un baño ritual en las cristalinas aguas del Ganges, y volvías a casa sin los molestos pelillos.

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  11. Fantástico relato. He pasado un buen rato leyéndolo. Y conste que de no ser por la foto me lo hubiera saltado.
    :-)

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  12. food & drugs, bienvenido. Lo bueno de la India es que hasta los que no tenemos ni puta idea de hacer una foto tenemos siempre algo, mires donde mires, para llenar el album.

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  13. Pazzos! creo que deberías poner muchas más veces fotos hechas por ti!!
    La de ésta entrada, me encantó!! Así que ya puedes colgar la cámara al cuello a menudo y no perderte detalle alguno.

    La historia entre tu peluquero y tú no tiene desperdicio.....que suerte tengo en poder leerte!!

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  14. motse cf, la pena es no haberte tenido a mano para sacar la foto porque estaría bien encuadrada, nada movida y con esa magia que solo tú le sacas a la luz. En India todo es tan sorprendente que cada instante merecería ser inmortalizado.

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  15. Anónimo2/5/12

    En fín, frecuento poco las peluquerías, así voy siempre, hecha una pena. Principalmente es porque no las soporto, que el gremio peluqueril daría para otro post. Desde las pelus de barrio donde cada día se viste de limpio, o se despedaza, a un pobre martil, hasta aquellas que se hacen llamar salones y donde te encuentras estilistas y asesores de imagen en vez de peluqueros. Otra fauna por descubrir. Saludos.

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  16. anónima, bienvenida y no te preocupes que vas muy natural y monísima. Pues sí, en vuestras peluquerías a veces parece que la parroquia se está preparando las oposiciones a contertulio de Tele5.

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  17. Llegué a tu texto por la preciosa foto que me encantó.
    La verdad q yo tb odio las peluquerías y a las peluquer@s hay un marujeo allí insoportable,además jamás sales con el pelo como habías pedido y por no hablar del córtame sólo las puntas...y te llevan media melena.Ahora tengo q frecuentarlas más por el tema de la madurez,ya sabéis...
    Exquisito tu relato,como siempre.

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    1. Gracias. Mi peluquero, mi dentista y mi podólogo se han confabulado para reñirme.

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