Juan Torga tenía un labio leporino. Parece mentira que un adjetivo tan hermoso, con esa sonoridad tan italiana que nos haría pensar en una boca hermosa y sonriente, haga referencia en realidad a una tara congénita, a una horrible malformación que confiere a quien la padece un cierto aspecto de liebre como consecuencia de un labio deforme y partido que deja permanentemente al descubierto dos alargados incisivos.
No lo tuvo fácil en el colegio Juan Torga. El primer día de colegio alguien lo bautizó como Bugs Bunny y todavía hoy, cuando nos juntamos y hablamos de él siempre lo llamamos Bunny.
Como consecuencia de su defecto y de las continuas bromas y afrentas recibidas, Bunny desarrolló un carácter introvertido y tímido. De naturaleza esquiva y huidiza siempre estaba corriendo, escapando de constantes temores y amenazas, reales o imaginadas.
Si los hombres son crueles, los niños pueden ser sofisticadamente crueles, en otros casos burdamente crueles y en ocasiones unos auténticos hijos de puta.
Por aquel entonces se puso de moda jugar durante el recreo al tapagüevos. El juego era tan elemental como que al grito de tapagüevos, si pillabas a alguien desprevenido y sin cubrirse, le apretabas los cojones. Sólo se soltaba la presa cuando ésta silbaba. Así de simple y atávico.
Un mal día, Charly el Jicho consiguió acorralar a Bunny bajo la escalera del kiosco. Como uno de sus compinches gritó: “tapagüevos” Charly lanzó su zarpa a las bolas del pobre Bunny. El chico cayó al suelo doblado por el dolor. El Jicho sin soltar su tenaza le gritaba al oído: “Silba, silba”. Bunny soplaba y resoplaba pero el aire se escapaba por el hueco de su labio sin poder dar una sola nota. Su sádico oponente se reía, con esa risa erótica del despiadado y apretaba y gritaba: “Silba, silba”, cada vez más fuerte. Lo vio ponerse azul y, aún así, no dejó de estrujarle los testículos; tan sólo abrió la mano cuando Bunny se desmayó.
Lo llevaron entre varios a la silla de la reina hasta el botiquín. Allí el conserje, un hombre carcomido por el mal humor y el cáncer, malinterpretó los síntomas, confundió el diagnóstico y erró con el tratamiento. Se empecinó en curarle aquel labio, frotándolo con un algodón y alcohol de 96º, único contenido de aquel armarito blanco con una cruz roja pintada en la puerta. De nada sirvieron las protestas ahogadas de Bunny que se empapizaba con el líquido que, por el hueco de su boca se colaba en su garganta.
Bunny bajó las escaleras de conserjería con la mirada vidriosa, el gaznate irritado y el firme propósito de vengarse del Jicho antes de morir. A través de la niebla de su borrachera vio el patio del colegio como a través de unos prismáticos puestos del revés; todo parecía más distante de lo que en realidad estaba, las porterías, la fuente, la verja. Las cosas parecían combarse, especialmente el campanario de la iglesia que se inclinaba peligrosamente. Cada escalón que descendía provocaba un terremoto en el paisaje que se diluía por instantes, para volverse a recomponer, no del todo encuadrado, en su retina. Igual que en un sueño. Borroso como un recuerdo.
Bunny bajó las escaleras de conserjería con la mirada vidriosa, el gaznate irritado y el firme propósito de vengarse del Jicho antes de morir. A través de la niebla de su borrachera vio el patio del colegio como a través de unos prismáticos puestos del revés; todo parecía más distante de lo que en realidad estaba, las porterías, la fuente, la verja. Las cosas parecían combarse, especialmente el campanario de la iglesia que se inclinaba peligrosamente. Cada escalón que descendía provocaba un terremoto en el paisaje que se diluía por instantes, para volverse a recomponer, no del todo encuadrado, en su retina. Igual que en un sueño. Borroso como un recuerdo.
Mejor no te digo de qué me han entrado ganas de darle al tal Charly. Al conserje le voy a dar otra oportunidad, porque prefiero pensar que lo hizo con la mejor de sus intenciones. A Bunny, además de una silla, le doy un alarido de "¡ánimo, chaval, palante como los de Alicante!". Y a ti te doy las gracias por esta historia que me hace pensar. :)
ResponderEliminar¿Qué será del Bunny? ¿Se pierde la crueldad infantil por el camino, o la llevamos guardada en algún bolsillo? ¿Qué será del estruja pelotas?
ResponderEliminarDuro es sobrevivir a la infancia.
ResponderEliminarEn una escena de la película Una vez en la vida, Juliette Binoche dice
ResponderEliminar- Los lastimados son peligrosos: saben que pueden sobrevivir.
Con egoísmo, me alegra no haber sido una Bunny. Y menos mal que nunca jamás fui una Charly.
Qué bien lo contás.
Ufff como podemos ser de hijosdeputaa(con perdon ) pero es que de verdad, debe estar en un diva tratando de superar muchas cosas, luego dice y preguntan Por qué????? Laonza
ResponderEliminarlabio leporino,, como aznar?
ResponderEliminarno deja de sorprenderme lo terriblemente crueles que podemos ser con los "diferentes"
ResponderEliminary qué pena, que te recuerden por haber estrujado las pelotas a alguien
un abrazo
¿sabes qué ha sido de ellos?
"travesuras de niño" dirían los que ingenuamente creen que los chicos y la maldad son incompatibles
ResponderEliminarLamentable. Pero ¿qué hay de aquello de que los que no nos mata nos hace mas fuertes?
ResponderEliminarSaludos,
quien no lo halla experimentado, no sabe lo dificil que es silbar cuando te tan estrujando los güebos, no señor,
ResponderEliminarAhora con la nintendo ds seguro que lo hay en plan virtual, pero no es lo mismo.
En el patio nosotros hablábamos de la Ley de Tejas: el que tenga huevos que se los proteja.
ResponderEliminarAún no entiendo como no terminamos la EGB capados, tal era la intensidad del juego
En el Canal Comedy contaban algo parecido a esto:
ResponderEliminarDios es infinitamente inteligente. Como el cerebro es el órgano más importante para la supervivencia de la especie lo protegió con una cámara acorazada: el cráneo.
Dios en su infinita sabiduría, considerando la importancia vital del corazón, protegió este órgano con el blindaje que le proporcionan el esternón y las costillas.
Los testículos tienen un papel esencial en la reproducción de la especie y los protegió con una telilla delicada: el escroto. Con lo que demostró que cuando Dios es cabrón puede ser infinitamente cabrón.
Contestando un poco a todos:
ResponderEliminarCharly y Bunny nunca existieron. La historia es inventada, al colegio no iba ningún crio con labio leporino. Pero el patio del colegio era a veces un sitio duro y todos recibimos o dimos algún que otro apretón de güevos.
Todos fuimos a la vez víctimas y verdugos y a veces hice cosas de las que me arrepiento.
No hacía falta un labio leporino para que atacaramos a alguien, torturabamos a los amanerados, a los que tenían gafas, a los simplemente débiles. Y aunque de mayores cuidamos más las formas, en algún lugar nos acecha la bestia dispuesta a salir.
Doy la bienvenida a Z... que creo que es la primera vez que pasa y os agradezco a todos vuestra solidaridad en nombre de todos los Bunny que en el mundo han sido.
Vale, tú te lo has inventado, y muy bien poor cierto, pero el mundo está lleno de Bunnuys, de niños más o menos salvajes (¿de niños somos todos un poco salvajes, no crees?)...la historia se repite...
ResponderEliminar"El PP pide que los motes sean considerados maltrato escolar"
ResponderEliminarhttp://es.news.yahoo.com/18012007/185/pp-reclama-poner-motes-sea-considerado-violencia-escolar.html
madre mía, no es esto una exageración?
..y en el trabajo, se puede?
..y ponerse nick?
etc etc
no se sabe muy bien que considerar maltrato?...
pazzos, también exageraste?
Se me ha hecho un nudo en el estómago...
ResponderEliminar¿Crees que el conserje le encontraría solución?
Nosotras en el internado teníamos a "Madre Reflex" porque era lo único que sabía usar. Aunque te doliese la tripa por la menstruación, ella iba y te untaba la barriga con la espuma helada ¬¬'
Un besico, Pazzos...
P.D. Qué mal lo habría pasado, yo tampoco sé silbar... me alegro de no tener huevos físicos.
Bueno, que existan en el mundo tangible o en éste... la cuestión es que llegan de todos modos.
ResponderEliminarY ahí es donde entrás vos.
Una historia inventada y, a la vez, tan real.
ResponderEliminarSaludos de superviviente a superviviente (al menos en eso estamos, en sobrevivir)
nancicomansi, más que salvajes eramos brutos, muy brutos.
ResponderEliminarsofia, la estupidez de lo politicamente correcto llega a unos extremos. Hay quien prefiere su mote al nombre de pila porque se reconoce más.
¿Exagerar? Sí, un poco pero para muchos el patio del recreo debía ser un pasaje del terror.
tamaruca, muy bueno lo de la madre Reflex, entre tu monja y mi conserje habían descubierto la panacea universal.
arcángel, tangible, tangible, lo único tangible en este caso fueron los güevos.
quantum, entre todos me vais a convencer que en realidad pasó.