Mi mamá me mima. Amo a mi mamá. Las oraciones más viejas y bellas del mundo. Y cuando digo oración también quiero decir plegaria. La más hermosa aliteración que se ha creado en castellano. Muchos somos los que aún leemos silabeando y cuando pronunciamos ti- lo asociamos instantáneamente a unas tijeras y al decir nu- se inunda de nubes nuestra mirada ensoñadora.
Por aquel tiempo, vestíamos un uniforme compuesto de baby de rayas azules y los reglamentarios mocos en la nariz. La seño extrajo de un bolso de skay la plastificada portada de un manual. Cuando la señorita Paula me entregó la cartilla Paláu (por seguir con las aliteraciones) creó un monstruo. Al cabo de unos días terminé de devorar la tercera cartilla y sin tener más letras con las que saciar aquella adicción que se me había despertado me aproximé a la tarima, tembloroso como un yonqui parvulito, demandando, mendigando más dosis de aquella droga nueva tan destructiva y adictiva, amenazando a la maestra con un lápiz recién afilado. Como los recursos didácticos de aquella escuela se limitaban a las tres cartillas y un puzzle gigante, la señorita Paula se mostró muy contrariada y contestó rápida y airada con un: "Empieza desde el principio, ponte a repasar desde la primera cartilla".
Siempre fui un niño muy obediente. Me leí el prólogo. Tantas veces que desde entonces me sé de memoria aquello de "La cartilla Palau es un novedoso método fotosilábico de aprendizaje de la lectura y escritura..." .
Supongo que el profesor Paláu, a estas alturas, ya habrá muerto. Si alguien conoce a algún descendiente suyo, hágale llegar mi admiración por la cartilla de su abuelo y denle las gracias en mi nombre porque me proporcionó el mejor regalo de mi infancia. Díganle sin embargo que aquel método fracasó parcialmente porque, aunque me enseñó a leer en cuatro días, después de tantos años aún sigo sin saber escribir como Dios manda.
...Y el último
Este es mi último veneno. Lo he logrado apurar hasta el final lo que para mí es todo un logro, tan aficionado como soy a dejar siempre una gotita en el vaso.
Algunos conoceréis a Pepe Colubi porque últimamente soporta con estoicismo los gritos que en Cuatro le suelta a orejajarro y sin piedad Boris Izaguirre. Eso es, el zangolotino que se sienta en el plató a mano derecha, ya habéis caído.
El Diario Disperso es una colección de los artículos que publicó hace dos años en la Nueva España. Aunque el apéndice final con la cobertura de la boda de Letizia Ortiz está desfasado y carece de interés, cuando aborda temas cotidianos desde su original perspectiva podemos disfrutar a carcajadas. Tiene un sentido del humor que ha mamado de Groucho y de Mafalda (aunque dudo que los pezones de ninguno de estos dos den ni gota de leche). Goza de una capacidad de observación que parecía perdida entre los articulistas españoles desde que Julio Camba dejo de escribir.
Si estás en torno a los cuarenta te sentirás identificado con sus experiencias vitales porque su mundo es tu mundo, lo que a él le pasa, a tí te ha pasado.
¿Y tú no tenías en el cole los libros de lectura "Senda"? Senda 1, Senda 2, Senda 3...así hasta 5º de E.G.B., creo. Creaban bastante más adicción que los de "Vacaciones Santillana".
ResponderEliminarDe tu último veneno tomo nota. Mí no conocer en absoluto a ese señor.
(¡Genial la escena del sexo con cuchillos de La fille sur...! Y la del lanzamiento de los cuchillos con la sábana delante de la chica, tampoco está mal, eh...) :)
Ahora pasamos al método constructivista. Es decir, le dejas al niño que desarrolle la lecto-escritura en función de sus intereses, relacionándolo con elementos significativos y próximos de su entorno, comenzando por aquellos fonemas que tiene interiorizados en su lenguaje, y claro, o lo tiene muy claro, o corre el riesgo de hacerse yonqui después.
ResponderEliminarUna tocaya constructivista de la señorita paula
Constato con alivio que no es cierto lo que me dijo (o le creí entender)nuestra común e imperial amiga del Infanzón: que por razones de tu "apasionante" trabajo ibas a abandonar por un tiempo la literatura. Porque no sé que iba a ser de tu legión de admiradores entre los que, sin reservas, me incluyo
ResponderEliminarMe ha encantado el momento "yonki" de "necesito mi dosis de cartilla".
ResponderEliminarYo no recuerdo todo eso, pero era bastante mediocre, para qué engañarnos..., y vago. Ains!
¡AY! es que este "sitio" lo tengo en preferidos de hace tiempo...me trae unos recuerdos...! y el niño ese, ¿en que programa sale? ¿en el de CHANEL Nª CUATRO? Me fijaré mejor. Intentaré, por todos los medios, de encontrar ese libro, ¡Pinta genial!
ResponderEliminarRespecto a la cartilla Palau...en mi cole de monjas no usabamos de esas, y es una pena, por que gráficamente son una maravilla ( ami es que los libros de texto en general, antiguos y de ahora me vuelven loca, puedo,pasarme una tarde entera en ABACUS, que se dedican exclusivamente a libros escolares, mira que te mira...)
ResponderEliminarY venga, Pazitos, ahora lo entiendo todo...no seas modesto, que escribes como Dios, y lo sabes, puñetero...yo no puedo pasar sin mi dosis diaria (si algún día te "salto", es que he tenido problemas con el ordenador y no tengo a mi "técnico" a mano...)
Me encantas cuando te pones "retro"...
¡Uf, qué recuerdos! La verdad es que hasta emocionan. ¿Te acuerdas de las libretas de caligrafía?
ResponderEliminarNo sé si recordaréis al grupo de los Chiripitifláuticos, pues yo gané un concurso a los 6 años en RNE cantando una canción de Poquito. ¡Uauh, qué tiempos!
"Mi mama me mima" cómo han cambiado los papeles.
Snif.
besos!!!
mandarina, yo fui más de SM y Anaya. Santillana lo caté sólo en Octavo de EGB. Con el tiempo logre completar bastantes de aquellos aperitivos literarios que nos servían en aquel tocho de literatura. De lo que si me acuerdo es del trauma que supuso para muchos profes un invento revolucionario de aquella época: "las fichas". Muchos se habían pasado la vida enseñándonos a no escribir en los libros y ahora tenían que decirnos lo contrario.
ResponderEliminarvanesolo, a mi me parece que el Palau era un sistema muy bueno. Gráficamente era muy atractivo y tan clarito. Tengo entendido que durante unos años se experimentó con un modelo de aprendizaje basado en la palabra, copiado de los ingleses y que dió muy malos resultados. De esto, intuyo, tu sabes mucho más.
koolau, dejo sólo las clases de relato por un trimestre. Estoy intentando tambien dejar de escribir, pero es mucho el vicio.
para, creo que voy a vomitar, comparto más vagancias de las que imaginas.
nancicomansi, sale un día de la semana en Chanel Cuatro. El libro se titula Diario Disperso y está en Editorial Laria. Colubi tiene otro que se titula "La tele que me parió" que quizás te interese.
mia moore, cantas, dibujas, politiqueas, que chica tan completa.
Me llamo Poquito ... y no recuerdo más, por cierto Poquito tenía una nariz como la mía. A la vista de mis cuadernos de caligrafía no entiendo como no me convalidaron la carrera de Medicina. Mi salvación fue cuando mi padre distrajo de la Comandancia una Olivetti lacada y negra, preciosa. Casi lo mato cuando la canjeó por una Olivetti portátil mucho más "moderna".
¿Hay carta cartero?
ResponderEliminarAndo dispersa achicando a cubos la fuerte marejada que me inunda el bolsillo de la lista de la compra. ¡qué ilusión tu visita!
a mi tb me gustaban las cartillas, ahora no dejo que nadie me las lea ;). Lo mejor? aprender a hilar con un punzón las líneas de puntos, para poder escribir en renglones hechos a medida, y entre líneas, esconder espacios arbolados donde columpiarse un rato en la cima de un ciprés. Dáme impulso, que le rasque el cogote a la luna. Luego de un salto bajo y te alcanzo. Mientras tanto sigue contando, por tí y por todos tus compañeros. :)
sus reflexiones sobre la cartilla son un deleite, pazzos
ResponderEliminardos imágenes me matan: los reglamentarios mocos en la nariz y el yonqui parvúlico (que todos hemos sido, creo).
saludos
qué flashhhh las cartillas Palau, vaya remembers!!!
ResponderEliminarPara mí también fue un veneno. Tal es así que me sabía de memoría todo el texto.
ResponderEliminarLos libros de texto siempre me han gustado, tengo algunos aún que consulto para algunas dudas. En el bachillerato utilicé los SM que traían ilustraciones preciosas y los textos muy bien resumidos. Cuando en la reválida de turismo me salió el tema "La imaginería española del siglo XVIII", como nos dejaban los libros (solo en reválida) copié todo exactamente del libro de 6º de Bachiller de Historia del Arte y me pusieron muy buena nota en ese ejercicio.
Ah, escribes muy bien.
Yo pertenezco a la Editorial Álvarez y su fantástico "Amiguitos"...(título bastante pederástico, según se mire...)
ResponderEliminarJo, yo no recuerdo cómo se llamaban mis cartillas de lectura ni las de caligrafía, ni na de na. Soy un despiste total para los nombres y supongo que también influye que mi infancia me interesa poco. Alguna cosilla que otra y, a pesar de ser una niña muy querida (vamos, que no tengo ningún trauma especial), siempre recuerdo el cole con la angustia del día que te olvidabas de hacer los deberes, rezando para que no te preguntasen la lección. Y eso que era del grupito empollón. Así que, con arrugas y todo, ¡viva el presente!
ResponderEliminarPasear por los recuerdos de la niñez siempre me resulta placentero. Gracias al enlace que has puesto me he vuelto a ver escribiendo la caligrafía en un cuaderno “Rubio”, coleccionando los cromos de “viaje al fondo del mar” o leyendo con avidez al “Capitán Trueno”.
ResponderEliminarUn placer saludarte y efectivamente observo que escribes más cerca de cómo manda un diablillo que como lo hiciera Dios.
Pues sí, Pazzos, nos has puesto frente a la cartilla de nuestra infancia.
ResponderEliminarA mí no me gustaba el colegio, y, sin embargo, ahora tengo buenos recuerdos de él: rarezas del tiempo...o mías.
¿Y de los novillos qué? Biban!!!
ni te cuento las veces que jugué a cambiar las letras de la cartilla palau para encontrar mi nombre.
ResponderEliminarsi pienso en esa cartilla, con mi bata de rayas verdes, me viene un aroma a futuro, un olor a las madalenas de la panadería de la esquina, y a la madera vieja del colegio de monjas, en el que crecí feliz, descubriendo todo lo que estaba por descubrir.
Gracias por los recuerdos, Pazzos, y por las alas, que todavía no encuentro
Destrozada.
ResponderEliminarMe has dejado destradozada, deprimida, derrumbada y absolutamente marginada.
No puedo entrar en el juego de los recuerdos infantiles de Colubi porque, esteeeeeeeeeeee, porque, pues que bueno, que tengo más de cuarenta. En fin, una, que se apañó con las cartillas de Rubio, de un triste y lóbrego monocromismo que ciertamente no motivaba para nada las ganas de escribir.
Que entrañables recuerdos!
ResponderEliminarla cartilla, los cuadernos Rubio, el inconfundible aroma de las gomas Milan-nata...
Saludos
Otros tuvimos peor suerte y aun aborrecemos los cuadernos de Rubio y su puta letra con el rabo de la A dando vueltas, los dos renglones(imposible no salirse) y las tapas verdes que se doblaban por las esquinas... de tanto darles vueltas a ver si había mnera de evitar aquella tortura...tu ya eras un pelín friki de aquella, solo que entonces taba la cosa sin definir
ResponderEliminaraiala, tu prosa tan poética será siempre bien acogida. Alzo la malla por mi y por todos mis compañeros. Se nos olvida hasta jugar al escondite.
ResponderEliminarz..., no pretendía matarle con esas imágenes.
maite, entre todos le estamos haciendo un homenaje al sr. Paláu.
ula, lo aprendido de pequeño deja una impronta imborrable. Somos los patitos de Konrad Lorentz.
detective, mis hermanas tenían las enciclopedias de Alvarez, que tenían unos dibujos muy chulos para calcar: Águilas, escudos, santos milagreros, guerreros sin antifaz...
sintagma, de aquella el cole tenía sesión de mañana y de tarde. Por la mañana me divertía, pero las tardes se hacían eternas.
robin, bienvenido. ¿a qué es chulo el enlace? Se reencuentra uno con amigos que creía perdidos y olvidados para siempre.
quantum, no hice novillos en el cole, pero en el instituto y en la Facultad me desquité. Vamos que hubo asignaturas que no pise la clase.
paula, las alas son chiquititas y las llevas a la espalda, por eso no las encuentras.
ana, no presumas de años que tú fuiste compañera mía de pupitre. ¿O acaso lo niegas?
athos, que levante el dedo el que no se comió una de esas gomas. De borrar, aclaro.
berto, te voy a dar yo friki. Parece que el cariño que le tenemos al Paláu no se lo ganó el Sr. Rubio. Malditas sean por siempre sus putas espirales.
Yo aprendi a leer con un librico ue se titula (aún existe) "coquito" un niñito mal dibujado pero bien peinado que nos hacía repetir hasta el cansancio : M CON A : MA, M con I¨: MI..... un buen día a preción en la basura debajo de los restos de la cena y no veas el follón que se armóo
ResponderEliminarque recuerdo y delicioso como lo cuentas!!!!
laonza
Si quieres recuperar tu Coquito de la basura prueba pulsando aquí
ResponderEliminarPerdonadme porque ha veces nuestra visión del mundo es como si nos creyéramos el ombligo del universo. Ya me habían contado que la cartilla Paláu no llegó al otro lado del charco y que muchos aprendisteis de la mano de Coquito.