No me gusta el Banco de España. Muy grande, muy bonito, decorado como una tarta nupcial pero... no me fío. Para mí que dentro no hay ni un puto euro. ¡Pero si es el único banco del mundo que no tiene ni para un cajero automático donde pasar la noche! Tuve que hacerme un ovillo en un banco del parque, más pequeño, más feo y menos decorado, pero para mí mucho más útil que el otro tan ostentoso y prepotente.
El que escogí debía de ser el famoso banco malo porque a la mañana siguiente me desperté con la espalda deshecha y en mitad de una horrible pesadilla: Un grupo de vegetarianas airadas me perseguían y trataban de golpearme con sus zanahorias.
Con tanta carrerita nocturna se me había despertado también el hambre y me dirigí al Hotel Palace para desayunar. En el lobby pregunté por el Sr. Smith y mientras la recepcionista cogía el teléfono para sacar a un yanqui de la ducha aproveché para darme un atracón con los caramelitos de cortesía del mostrador. Los de plátano al guaraná son los mejores para empezar el día con energía. Como no concibo desayunar sin leer la prensa me llevé de paso el periódico. No acabo de entender para que le ponen ese palito con lo incómodo que es leer así por la calle.
Tengo leído en la Guía del clochard que con las ardillas del Retiro se pueden preparar unas barbacoas estupendas. No quise usar el País que bastante quemada está ya la plantilla así que busqué unos cartones para preparar las brasas. Al patear una caja de nevera para enrollarla salió una voz cascada de su interior:
Por entre el embalaje corrugado asomaron un gorro y unas gafas empañadas de miope igualitas que las del señor Barragán. Yo lo miré y lo vi, él me miró sin verme. ¡Era el mismisimo Gran Barragán! Me clavé de rodillas.
Casi me desmayo cuando me propuso dar una vuelta por la ciudad. El hecho de tener como cicerone a aquel gran hombre me hacía levitar, yo estaba como borracho, embriagado. No me atreví a preguntarle su marca de colonia aunque supuse que como Antonio Banderas y otros famosos tendría fragancia propia, Impacto de Barragán o algo así.
Con la generosidad y sencillez que caracteriza a los grandes personajes compartió conmigo todos los trucos del oficio. Primero me propuso ir al comedor de la Asamblea de Madrid, me contó que allí, por tres euros y medio, uno se podía poner morado de comida sin caducar.
¿Y de dónde vamos a sacar 7 euros para pagar?
Apretó más el cordel con el que se ceñía la bata y comprobó el agarre de sus zapatillas de felpa.
Primero comamo y luego cha veremo como arreglamos la cuenta.
Pero un gigantón con auricular negro nos impidió el paso diciendo que aquel restaurante estaba reservado y que si éramos diputados con esas pintas.
Di puta serás tú. Italiano di merda. --replicó el Barragán con diplomacia.
Frustrados nuestros planes continuamos por la plaza de Neptuno. Le pregunté que por qué ese dios tenía aquí una plaza si en Madrid no hay mar.
Será poque akí sienpre se reúne la mar de jente. ¿Conprende?
Efectivamente, allí había un montón de gente, gritando, pitando y protestando. Aunque en sus pancartas presumían de solidarios no quisieron compartir nada con nosotros. Sobre todo unos jóvenes encapuchados muy egoístas que, como en el Ayuntamiento se han vuelto muy estrictos con el botellón, llevaban sus bebidas ocultas en un cartucho de papel. O las tapaban para no convidar, quéséyó. En un descuido les pillamos una botella y aquel calimocho resultó imbebible y altamente combustible. El Don Simón a su lado un cabernet sauvignon. Nos marchamos de allí enseguida porque unos policías empezaron a disparar pelotas de goma contra la gente, con muy poca profesionalidad porque fallaban casi siempre. Y los jóvenes que habían sido tan poco generosos con nosotros ahora compartían su bebida con la policía y no paraban de lanzarles los botellines.
Nos metimos por otras calles y nos cruzamos con otro rebaño. Esta vez de ovejas. El Sr. Barragán me explicó que las calles de Madrid atraviesan las antiguas cañadas reales y que una vez al año celebraban el Día de la Trashumancia. Trincó por una pata a un corderillo para que nosotros también pudiéramos celebrarlo como Dios manda. Bueno, para que nosotros pudiéramos celebrarlo como dios porque aquel lechazo tendría que estar mucho más tierno que una ardilla correosa del Retiro. Desgraciadamente, los pastores se liaron a tirarnos adoquines con sus hondas con bastante mejor puntería que los policías de antes. Nos despedimos de aquel cordero con lágrimas en los ojos. Se ve que los botes de humo que había lanzado la poli en su exhibición de pirotecnia eran de efecto retardado.
Al pasar por Serrano vimos a un muchacho sentado en un escaparate, muy aseado, con gomina en el pelo, un abrigo de Burberrys y unos pantalones de pinzas; sólo sus guantes tenían pinta de ser más caros que toda la ropa que he comprado en mi vida. A sus pies tenía un platito de Lladró con un cartelito que ponía: Vergüenza de Robar. Un transeunte despistado arrojó una moneda en aquel plato. El joven le afeó la conducta:
Con la generosidad y sencillez que caracteriza a los grandes personajes compartió conmigo todos los trucos del oficio. Primero me propuso ir al comedor de la Asamblea de Madrid, me contó que allí, por tres euros y medio, uno se podía poner morado de comida sin caducar.
Apretó más el cordel con el que se ceñía la bata y comprobó el agarre de sus zapatillas de felpa.
Pero un gigantón con auricular negro nos impidió el paso diciendo que aquel restaurante estaba reservado y que si éramos diputados con esas pintas.
Frustrados nuestros planes continuamos por la plaza de Neptuno. Le pregunté que por qué ese dios tenía aquí una plaza si en Madrid no hay mar.
Efectivamente, allí había un montón de gente, gritando, pitando y protestando. Aunque en sus pancartas presumían de solidarios no quisieron compartir nada con nosotros. Sobre todo unos jóvenes encapuchados muy egoístas que, como en el Ayuntamiento se han vuelto muy estrictos con el botellón, llevaban sus bebidas ocultas en un cartucho de papel. O las tapaban para no convidar, quéséyó. En un descuido les pillamos una botella y aquel calimocho resultó imbebible y altamente combustible. El Don Simón a su lado un cabernet sauvignon. Nos marchamos de allí enseguida porque unos policías empezaron a disparar pelotas de goma contra la gente, con muy poca profesionalidad porque fallaban casi siempre. Y los jóvenes que habían sido tan poco generosos con nosotros ahora compartían su bebida con la policía y no paraban de lanzarles los botellines.
Nos metimos por otras calles y nos cruzamos con otro rebaño. Esta vez de ovejas. El Sr. Barragán me explicó que las calles de Madrid atraviesan las antiguas cañadas reales y que una vez al año celebraban el Día de la Trashumancia. Trincó por una pata a un corderillo para que nosotros también pudiéramos celebrarlo como Dios manda. Bueno, para que nosotros pudiéramos celebrarlo como dios porque aquel lechazo tendría que estar mucho más tierno que una ardilla correosa del Retiro. Desgraciadamente, los pastores se liaron a tirarnos adoquines con sus hondas con bastante mejor puntería que los policías de antes. Nos despedimos de aquel cordero con lágrimas en los ojos. Se ve que los botes de humo que había lanzado la poli en su exhibición de pirotecnia eran de efecto retardado.
Al pasar por Serrano vimos a un muchacho sentado en un escaparate, muy aseado, con gomina en el pelo, un abrigo de Burberrys y unos pantalones de pinzas; sólo sus guantes tenían pinta de ser más caros que toda la ropa que he comprado en mi vida. A sus pies tenía un platito de Lladró con un cartelito que ponía: Vergüenza de Robar. Un transeunte despistado arrojó una moneda en aquel plato. El joven le afeó la conducta:
´ Por favorrrrrrrr, sólo se admite pago con tarjeta. Y señaló un datáfono de Visa que tenía apoyado en una moto muy chula.
El Sr. Barragán montó en cólera.
Y, si el otro no escapa en su Harley el Barragán le habría abierto la cabeza con una barra de pan duro.
Como con el cabreo se descompuso un poco fuimos a desahogarnos a los baños del ABC Serrano que es un centro comercial de lujo con Mercadona y todo. Todo estaba muy limpito y muy higiénico.
Siempre da mucho gusto cagarse en el ABC. Chí Cheñó.
Como con el cabreo se descompuso un poco fuimos a desahogarnos a los baños del ABC Serrano que es un centro comercial de lujo con Mercadona y todo. Todo estaba muy limpito y muy higiénico.
El Señor Barragán me recomendó pasar el resto del día en el Acuario, que había jornada de puertas abiertas. El Sr Barragán es un hombre muy respetado entre su gremio y antes de despedirse de mi en la Puerta del Sol tuvo que poner paz entre Bob Esponja y Hello Kitty que se peleaban por la Plaza por la plaza. Tras arreglar la trifulca, gracias a su autoridad patriarcal y un par de patadas en el culo, me abrazó y me gritó al oido:
(Continuará...)
Debió de ser una grandísima experiencia poder compartir vivencias con el Sr. Barragán. Aunque una relación como esa, más que abrir puertas, seguramente las cierre...
ResponderEliminarSaludos.
Elvis, estás muy equivocado. El Sr. Barragán es una persona muy bien relacionada. Fíjese, me ha dicho que si quisiera podría presentarme a Carpanta, con eso se lo digo todo...
EliminarMe he quedado leyendo todo el relato cual tonta admirando cada toque de humor, qué genial!
ResponderEliminarpaulav, bienvenida. Si has visitado este blog en busca de moda y glamour del bueno, enhorabuena, este es "el sitio".
EliminarGracias a todos los que habéis llegado al final de una historia tan larga. Yo no me habría esforzado tanto.
paulav, ¡Ah! y no sé si será un reflejo condicionado pero o al leer tu nick o al ver tu hombro desnudo he empezado a salivar.
EliminarYo me río mucho aquí en tu casa... Los de tena-lady te lo compensarán en su día con unos pañales de lujo ;-)
ResponderEliminarDe todas formas... ¡¡¡ojo lo que te ha cundido la semanita en el foro, eh???¡¡¡ Y además: (continuará???). Daría algo por rentabilizar mis vacaciones como tú :D
Un beso, pazzos.
Novicia, estas no han sido unas vacaciones low cost, han sido más bien zero cost. Y, tras un extraño paréntesis, estoy otra vez de vacaciones. Temblad.
ResponderEliminar... madre mía ... y que no pinta bien ... como dice una de mis compañeras de trabajo (afortunada a sus 25 añitos): qué ganas tengo de llegar al 2018, a ver si ésto ya ha cambiado, ... (Xhrst)
ResponderEliminarXhrst, no nos dejemos engañar, esto cambia todos los días.
EliminarAun sigues en Madridddd? y, te has encontrado al pijo de Barragán... ufff esto pinta muy pero que muy féo:).Sí es pijo que te dijo que te la pique un escarabajo en vez de un pez globo que ahora lo dicen por estos lares los de saeeees tennn ennnteraaasss tío o séeeea.
ResponderEliminarMenos la que sigue por que si no: no me entero sino de la mitad.
Lo que me da pena es la hambruna que arrastras poverello que penita que me da:)
... menosmal que sigue (perdón):)
ResponderEliminar...menos mal (ahora sí:))
ResponderEliminarBertha, lo de poverello me encanta. No sé si saldrá un pez globo en la continuación. De momento no sale pero tampoco lo descarto.
EliminarQuerido mío (ya en su casa),
ResponderEliminarElevo mis preces al altísimo para que no se la pique un escarabajo; que si usted anda justo de posibles para lo que viene siendo alimentarse y dormir bajo un techo, no creo que esté en disposición de afrontar el gasto sanitario que en Madriz ocasiona una herida inciso-contusa por mordedura de coleóptero localizada en el glande.
Y re-elevo con angustia mis preces al altísimo para que, en caso de producirse tal desventura, no me pille de guardia; que ponerme en enfermera y tomar con cariño su aparato entre mis manos para realizarle la cura y acariciársela cantando aquello de "sana, sana, culito de rana..." es más de lo que imaginar puedo.
Besos profilácticos.
Y un sonoro pitido a esa burda pelea entre Bob y Kitty: qué mal ejemplo...
Mrs Botwin, desgraciadamente sé muy bien por propia experiencia que practicar la zoofilía con ciervo volador está encuadrado dentro de las prácticas sexuales de alto riesgo tanto por lo afilado de sus cuernos como por la tenacidad y firmeza de su pinza por lo que le agradezco infinito la oferta de sus mimos postoperatorios. Agradecería asimismo que me negocie una rebaja en el copago de los mismos ante la gerencia de su hospitalillo.
EliminarSus besos profilácticos tienen un efecto mágico pues por lo que parecía tejido necrosado empieza a recircular la sangre que da gusto verlo.
Ah, y completamente de acuerdo, nada más absurdo y deleznable que ese tongo de zurrarse dos tipejos envueltos en gomaespuma, con puños de gomaespuma y cerebros de gomaespuma. El K.O. es imposible.
Ya me gustaría a mi tener tu retórica !!
ResponderEliminarA mis 20 centímetros los habían llamado de mil maneras pero "retórica" es la primera vez.
EliminarMe dá igual, yo soy un pato!! :D
ResponderEliminarEstimado señor Luis Cuarenta:
EliminarMe lo explique, por favor ¿¿¿pato???
Le dice una vaca a otra : Sabes que dicen que las vacas estamos locas? A lo que la otra responde: Me da igual yo soy un pato!!
ResponderEliminar¡¡¡Bravo!!!
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