Antes de despedirse de mí el Sr. Barragán me había hecho entrega de un misterioso sobre, al tiempo que me susurraba una advertencia: No lo abras salvo caso de extrema necesidad.
El caso fue que las sardinas me sentaron como un tiro, porque si a Madriz el pescado no suele llegar muy fresco imagínate como puede ser el que le regalan a los delfines a cambio de humillarse y hacer tirabuzones. Como los porteros del Palacio Real no me dejaron colarme para usar los servicios porque, al parecer, ese trono está reservado para uso exclusivo del trasero regio, tuve que aliviarme de urgencia en un parterre. Afortunadamente el cerebro del Sr. Barragán es uno de esos cráneos privilegiados que está pendiente tanto de las grandes empresas como de los pequeños detalles y seguro que hasta había previsto que aquella visita al acuario habría de terminar conmigo en cuclillas. Abrí el sobre con cuidado por un lateral para improvisar una manopla higiénica y de su interior cayó una tarjeta de visita color avispa. Descarté usar la tarjeta tras verificar que la cartulina es un material menos dúctil y maleable que el papel del sobre y su superficie tan resbalosa y escasamente absorbente que se reveló inútil para según que menesteres; además para un anémico como yo un corte en la almorrana con su afilado borde podría tener fatales consecuencias. Cuando terminé arrimé el culo a uno de los aspersores del parterre para aliviar escoceduras y eliminar tarzanines; vale, de acuerdo, aquel chorrito no era lo que se dice un bidé pero los jardines de Sabatini tampoco son el Palace, no se puede pedir mucho más.
La dirección, aunque un poco emborronada y maltrecha por el fallido intento, todavía era legible. Más que por curiosidad fui hasta allí porque no tenía otra cosa mejor que hacer.
La dirección, aunque un poco emborronada y maltrecha por el fallido intento, todavía era legible. Más que por curiosidad fui hasta allí porque no tenía otra cosa mejor que hacer.
Era un entresuelo lóbrego del centro. Subí por una escalera cojitranca que olía a col y lentejas repegadas. Me recibió un individuo casposo que sujetaba un puro barato y muy babado entre sus dientes gualdos:
Y me entregó un chaleco de color verde puñeta y un taco de tarjetas de visita como la que me dio Barragán pero un poco más limpias.
Bajé las escaleras sin comprender nada y con aquel chaleco fluorescente brillando ante mis ojos en la penumbra como un ectoplasma de mal agüero. Al llegar a la calle pude leer que en la espalda ponía en letras bien grandes: COMPRO ORO.
Comprendí que no se podía caer más bajo. ¿Cómo me iba a poner aquel chaleco tan humillante? Bueno, sí, mejor me lo ponía abierto que con la tripa me venía muy justo. Pero, además del temita del uniforme, si alguien se dirigía a mí para venderme alguna alianza, las arras de la boda o las muelas de su abuelo, ¿con qué iba a pagarle? Con mi economía no podía permitirme comprar ni siquiera un trocito de pan de oro y, si pudiera permitírmelo, sin duda me comería ese pan. Definitivamente Madrid no es para mí. Hasta si quieres trabajar has de poner tú el dinero por adelantado, debe de ser eso a lo que llaman autoempleo. Hay cosas del capitalismo moderno que no acabo de entender. Harto del capital y de la capital puse rumbo a la estación.
La estación de Atocha me habría parecido mucho más bonita si en vez de palmeras sin dátiles hubieran plantado en el vestíbulo cocoteros con frutos. El chaleco fluorescente me resultó muy útil, le dí la vuelta para tapar las letras, y me colé por una puerta que ponía SOLO PERSONAL AUTORIZADO. Los vigilantes no sospecharon del resto de mi ropa porque estaba tan sucia que nadie podría distinguir si bajo aquella capa de mugre se escondía un mono de trabajo o un chaqué de doble cola.
Me costó escoger entre tanto tren de mercancías porque no estaba dispuesto a repetir el viaje de ida, que la compañía de una piara de cerdos no es la más recomendable cuando lo que uno busca es reflexionar y encontrarse a sí mismo. Al final de un andén desierto encontré, al final, lo que buscaba. Sobre una plataforma de dos pisos se apilaban unos Porsche Cayenne nuevecitos de paquete con destino al Parque Móvil del Principado que, en un arranque de austeridad acorde con los tiempos que vivimos, había decidido sustituir todos los vehículos oficiales por otros mucho más modestos.
Me monté en el coche más alto de la pila para tener mejores vistas durante el viaje. Lo hice a hurtadillas para evitar ser pillado por el jefe de estación que suele ser gente con muy malas pulgas quizás por que a cualquiera se le amarga el carácter si tiene que vestir por obligación y en público un gorrito tan ridículo mientras hace de mimo con un banderín rojo y un silbato.
Me apoltroné en aquel asiento de cuero de lince ibérico. Aquello era un salpicadero y no lo que le ponen a los Panda. Para maquillarte, en lugar del espejito de cortesía en el quitasol, en el Cayenne hay un brazo mecánico que te hace además la manicura y las ingles brasileñas en un pispás. Después de mucho trastear buscando inútilmente hamburguesas en el mueble-bar dí con el botón de reclinar al asiento. Crucé mis brazos tras la cabeza, asomé los pies por la ventanilla y sentí el bufido del tren al ponerse en marcha.
Muy bonito Madriz pero la cabra siempre tira al Norte.
¿Cómo coño se encenderá este radiocassete?
(Continuará...)
Espero no tener que explicarle a nadie lo que son los tarzanines.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo, ya sabes que soy de pocas luces y escasa instrucción. No aproveché la egebé, porque me dedicaba a hacerme pajas y rascarme la barriga; así que, dime, ¿qué son los tarzanines?
ResponderEliminarkoolau, no es que te falten luces lo que pasa es que tú no sabes de tarzanines porque te has hecho la depilación integral para lucir mejor en tanga.
ResponderEliminarY ya sabes que a mi el tanga me sienta como a pocos. Es que la naturaleza me dotó de un cuerpo...
ResponderEliminarSi es que hasta el nombre lo tienes de gigoló, ladrón.
EliminarManolo, gracias por tu felicitación de cumpleaños!!!! ( Tan lejos...Tan cerca )
ResponderEliminarVenía a traerte un "cachín" de tarta y una copa de cava para brindar!!!
Chin...chin!!
Abrazo grande.
Gracias por la tarta. No sé si lo has leído pero estaba desfallecido.
EliminarChín, chín!!! A ver si repetimos pronto este brindis en vivo y en directo.
yo aprendi lo que eran tarzanines en un blog ya desaparecido, ellos lo llamaban tarzanetes. Ahora, s el sobre debía ser ed mala calidad, la pega de uno de buena calidad hubiera eliminado los pelillos de cuajo.
ResponderEliminarLa próxima vez escapate a Barcelona, eso si, que sea antes de que se necesite visado de turista...
Lo de la desaparición de blogs es una plaga, y me temo que este no se librará tampoco.
EliminarSi Barragán fue un excelente cicerone en Madrid imagino que en Barcelona estará en su salsa. De momento no pensaba acercarme a Barna pero he oído que el Palacio de Pedralbes está a la venta. Si me hacen precio...
Llueve por aquí... Y el cielo no es tonto.
ResponderEliminarHubiera preferido un "Hasta pronto Madriz", pero le entiendo.
En cualquier caso, caballero, ruego acepte esta despedida sentida desde el andén.
Hoy como caliente, pago mis impuestos, tengo pasaporte,
pero algunas veces pierdo el apetito y no puedo dormir.
Y sueño que viajo en uno de esos trenes que iban hacia el norte...
Hay un cierto desfase entre la publicación de la historia y la gestación de la misma con lo que todos andáis un poquito liados porque parezco el gato de Schrödinger que aunque tiene nombre alemán es un gato muy gallego que no se sabe si está o no está. Y es como si hubiese viajado más allá de la velocidad de la luz porque ahora estoy aquí, aunque mañana estaré allí pero tendré que volver aquí si aún me dejan y no me ponen un aduanero en Adanero. De momento sólo hay un peaje pero tampoco descarto nada.
EliminarReciba un beso polizón.
Por lo que leo y entiendo ya estas de nuevo en casita y lo de Madriz hasta la próxima o cambias de rumbo...?
ResponderEliminarComer, no has comido: pero sí que has aprendiiio que cómo en casa no se esta en ningun lugar.Aunque comas rayos todo sabe mejor;)
Ya queda menos para el puente de la Inma y la Constitución a ver por dónde te pierdes eh!
Saludos.
Bertha, es justo al revés. Este blog es muy mentiroso.
EliminarComo pille un puente en Diciembre va a ser para dormir debajo de él.