viernes, junio 29, 2012

BESTIARIO I - El hombre carcoma


Le gustaba ser carcoma en el corazón de las mujeres.
Roer y corroer con palabras de amor su carne palpitante.
Disfrutaba al resecar la víscera sangrante
al taladrar arterias y válvulas
para succionar los fluidos vitales
con sed de mil desiertos
hasta transformar lo vivo en fósil
 y dejar un resto de serrín por huella
 en el lugar del crimen.

miércoles, junio 27, 2012

MANQUIÑO Y DIANA

Manquiño tiene un truco para atraer al público e incrementar las limosnas. Le excita la idea de revolver los estómagos y las conciencias de los que pasean por las aceras sin apenas vislumbrar su cuerpo mutilado.
Cuando nadie lo ve, cuando nadie parece verlo, pone un poquillo de carne picada en el muñón y deja que las gaviotas del muelle se abalancen sobre él para picotearlo mientras celebran el festín con su graznido pterodáctilo. Los ojos que hace unos segundos se desviaban para no mirarlo, ahora se abren horrorizados ante el espectáculo cruel, espantan a las glotonas aves, socorren al presunto herido y aflojan las carteras.

No es que a Manquiño le guste jugar a Prometeo pero siempre tuvo mucho olfato y talento para eso del show business, de la teatralidad, de la puesta en escena. Cuando, hace ya mucho, vivía de lanzar cuchillos en un circo aprendió muy pronto que el público se aburriría si los lanzaba por debajo de las piernas, o con los ojos cerrados; que bostezarían cuando los lanzase de espaldas; que por más que ajustase el filo del cuchillo a  los labios rojos de la hermosa Diana jamás se darían por satisfechos y se sentirían estafados porque la emoción proporcionada no compensaba el precio de la entrada. Aquel ticket de cartón marrón les daba derecho a canjearlo por escalofríos. Nada de redes. Nada de arneses de seguridad. No estaban dispuestos a admitir la impostura en el riesgo, que nadie recortara las garras al tigre, que nadie drogase a los fieros leones. 

Por eso aquella noche funesta erró a propósito el tiro. El maestro de ceremonias con los ojos clavados en el corazón roto de Diana gritó desconcertado y por inercia: "El espectáculo debe continuar". Entonces, él se cortó las dos piernas y un brazo para que su sangre  se fundiera en la arena con la de su amada. Cuando, blandiendo un puñal con su único brazo, pidió la colaboración de un voluntario del público para terminar el número, ya no quedaba nadie en las gradas...


 

jueves, junio 21, 2012

DESMEMORIAS DE UNA FASHION VICTIM - VI

Salí del Centro Reto tan flamante con mi nueva ropa deportiva que todo el mundo se volvía para admirarme. En la puerta de al lado acaban de reabrir un gimnasio. Antes se llamaba Clembuterol pero ahora lo han rebautizado como Steroids que suena mucho más moderno e internacional.

Un muchacho con un bíceps como mi cabeza me pasó una hoja de inscripción. Estaba toda en inglés: Aerobic, spinning, full contact, fitness, fist fucking... había mucho donde escoger. El chico debía ser también extranjero porque me preguntó que si iba a necesitar un "personal trainer". Cuando me lo tradujo le repliqué que a mi me vendría mejor si tuvieran un cardiólogo. También me sugirió que podía hacer un poco de Pilates. Yo soy de natural peludo y me veo más en el papel de Barrabás pero me reconfortó que además de todos esos deportes guiris  complementen sus actividades con representaciones de autos sacramentales.
Muy amablemente aquel joven me indicó que tenía a mi disposición una máquina de bebidas isotónicas pero yo le dije que me había traído un botijo de casa. Me lo requisó el muy cabrón. Afortunadamente llevaba escondida en mi bolsa de deporte una bota de vino camuflada entre las barritas energéticas de chorizo  que nada hay peor que deshidratarse con el ejercicio.

En la misma entrada del gimnasio tenían un aparato en forma de aspa para moldear el abdomen. El chisme aquel giraba comprimiéndome la tripa con unas barras. Estuve un ratito en la máquina aquella haciendo repeticiones, soñando ya con mi tableta de chocolate, hasta que el recepcionista me gritó que dejara de hacer el tonto con el molinete de acceso y entrara en el gimnasio de una puta vez.

Era una sala limpia y diáfana. Respiré hondo aquel olor a linimento y espire lentamente rezando  mi mantra inspirador: Mens sana in corpore chungo. Tengo una cultura clásica del deporte, mi mentalidad es casi olímpica. Busqué, sin encontrar, los elementos indispensables en un gimnasio: un plinto, un potro, unas espalderas. Ni rastro de eso, ni siquiera una cuerda colgada del techo. Intolerable la falta de equipamiento con lo que me había costado la matrícula.

Los cuerpos que por allí pululaban no parecían pertenecer a mi misma especie. Tenían hiperdesarrolladas partes del cuerpo de las que yo carezco por completo y, en cambio, no pude apreciar otras de las que a mí me sobran. Además parecían californianos de puro rubio y bronceados, deben de ser todos paisanos del recepcionista; llegan al gimnasio en patines, con los  auriculares puestos y se sincronizan con aquellos mecanismos con precisión de autómatas. Yo creo que lo hacen tan bien porque les va a dando instrucciones un sargento de la Legión por el pinganillo. Forcé mi oído para tratar de escuchar un cazallero y motivante: "Un, ó, é, áo, éshale cohone, mariquita, cien flezione más" pero cuando arrimé mi cabeza a la cabeza de uno, para escuchar mejor, el chicarrón  lo interpretó mal porque me dijo que me esperaba en la sauna. Intuyo que este es el monitor de fist fucking. Mejor paso. Me suena que eso es un deporte de contacto y ese tío tiene unas manazas como dos baldosas.

Todo estaba lleno de maquinitas cromadas, como sacacorchos de diseño, pero a escala humana. Parecía una cámara de torturas del Tercer Milenio. Todos aquellos resortes amenazaban con cercenarlo a uno en rodajitas de choped al menor descuido. Descarté todos aquellos aparatos por peligrosos, la bici estática por respeto a mi culo, el remo porque no encontraba lo bastante romántico el entorno y las mancuernas preferí ni tocarlas pues con ese nombre no podían augurar nada bueno; finalmente me decidí por una cinta de correr que fue lo más familiar que me encontré. Trotando sobre aquella alfombra rodante me sentí como mi hámster dando vueltas en su noria. Por cierto el muy cabrón me mordió anoche cuando bajé a la cocina. Como no quedaba nada en la nevera  intenté robarle su comida entre los barrotes. ¡Miserables roedores!¡Cómo se ponen  por un poquito pienso de más o de menos!
Con ese dedo herido e inflamado como el de ET traté de programar la máquina. El cuadro de mandos era como el de la nave de Star Trek. Escogí la opción "Trote Cochinero" que juzgué la más adecuada para mi actual estado de forma. (Sí, redondo también es una forma). No sé si me lié con los botones y me teletransporté a algún planeta caluroso porque, aunque a mí me pareció una eternidad, al cabo de cinco segundos ya estaba bañado en sudor así que, decidí parar cuando ya empezaba a pisarme los pulmones.

Para refrescarme fui a la piscina. La monitora de Aquagym me dirigió una mirada asesina cuando le arruiné 90 Euros de peluquería haciendo la bomba para entrar en el agua. Me pareció que me miraba mal. Soy una persona sensible y cariñosa que reacciona fatal ante la intimidación y la humedad. Alivié mis tensiones en la piscina y la gente huyó del agua al advertir una temperatura más cálida de lo habitual. Yo habría seguido allí chapoteando como un hipopótamo feliz pero la monitora me expulsó. No me había equivocado al juzgarla: una rencorosilla.

La muy cabrona era también mi monitora de fitness. Al borde de la piscina y a golpe de silbato consumó su venganza. Pero como ya os he aburrido mucho con tanto palabrerío os dejó con una filmación de lo que allí pasó. No vais a dar crédito a vuestros ojos.

martes, junio 19, 2012

El poder de la palabra


Si la vida de un faraón está plagada de miedos la vida de un faraón de 90 años es una enciclopedia del horror. Ha sobrevivido a todas las conspiraciones, a  los rencores ocultos que enmohecen a todas las familias. Durante su existencia ha asistido a crímenes de estado, a rebeliones populares, a motines del ejército, a hambrunas devastadoras, a inundaciones del sagrado Nilo, a todo tipo de pestes y calamidades. Venció a todos los desastres, y jamás temió a enemigo alguno. Pero, cuando empezó a sentir el aliento de la muerte en su nuca, se sintió infinitamente débil y vulnerable, atenazado por el mayor terror para un noble egipcio: el olvido.

El faraón sabía que nadie volvería a repetir su nombre con el amor con el que lo llamaba su madre al arrullarlo en la cuna, ni con la intención con la que lo susurraban sus amantes en la cama, ni sembraría el eco de ese nombre el terror en los oídos de los sentenciados. Ni siquiera el odio que había sembrado entre sus enemigos le sobreviviría más allá de dos o tres generaciones. Sabía que su cartucho sería con el tiempo borrado de todas las inscripciones y su rostro desfigurado a golpes de escoplo de todos los relieves, de todas las estatuas. Que su cuerpo, aun encurtido con los más caros bálsamos y fajado en las más ricas telas, sería en pocos siglos un poco de cecina ennegrecida y cubierta de hongos. Que la pirámide más alta erigida en su memoria terminaría con el tiempo fundiéndose con la arena de su base.

Por eso estoy aquí. El martillo y el cincel con los que trabajo me darán muerte en cuanto acabe, así que demoro mi final con estos soliloquios. Bajo el pie de esta estatua, esculpo en su planta su sagrado nombre  para ocultarlo de la mirada envidiosa de los hombres. Y se preservará en el secreto del olvido hasta que tú, dentro de cien siglos, resucites al faraón al pronunciar su nombre:  RAMSÉS




viernes, junio 15, 2012

Cosmogonía de Anacardo

El célebre cosmólogo Anacardo  elucubraba sobre la existencia del vacío y la materia. Siempre que reflexionaba sobre el Universo llegaba a dos conclusiones opuestas y contradictorias. 
Por un lado, si observamos la materia con microscopios cada vez más potentes nos percatamos de que lo que aparentemente es un cuerpo sólido en realidad es, a corta distancia, poroso. Y cualquier punto del mismo que inspeccionemos de cerca se nos revela más vacío cuanto más nos aproximemos a ese punto.
Podríamos concluir por tanto que el Universo está constituido únicamente por vacío siendo la materia un mero espejismo. Era el Universo del Todo Vacío.

Por otra parte, si fijamos nuestra atención en lo que creemos vacío, como por ejemplo ese espacio que hay entre las estrellas, si contáramos con instrumentos lo suficientemente precisos, podríamos comprobar fácilmente que, no sólo están llenos de partículas tan sutiles como los neutrinos, sino que están abarrotados de micropolvo subatómico. Era el Universo del Todo Lleno.

Las dos teorías le resultaban insatisfactorias. Por un lado, si todo es vacío, ¿dónde está el Universo? Por otro, un Universo compacto, macizo, sería un Universo inmóvil. Nada se movería porque la Materia no podría ceder su espacio a otra Materia. Y el Mundo sería tan sólo un inmenso atasco planetario.

Abstraído, Anacardo se puso a trastear con un juguete de su nieto. Con la mente en otra cosa dejó que sus dedos deslizasen las fichas encajadas tratando de poner orden en aquel alfabeto bicolor. Tardó en resolver aquel sencillo puzzle mucho más tiempo del que invertía su nieto mucho más ágil de dedos y mucho más fresco de mente. Fascinado por el mecanismo del rompecabezas y como era dado al misticismo concluyó que existía un sólo punto en el Universo, un agujero infinitesimalmente pequeño, sin más función, ni otro poder que permitir el movimiento del Cosmos. Y ese insignificante punto era el mismo Dios.

El nieto de Anacardo miró a su abuelo con lástima al oírle hablar solo. Le arrebató el juguete y le puso entre las manos una peonza y una cuerda. 





martes, junio 12, 2012

Máquinas que giran

Cuando vi mi tresillo flotando en medio del salón creí por un instante que presenciaba un fenómeno Poltergeist. Pero pronto comprendí que lo que pasaba es que millones de ácaros se habían puesto de acuerdo para irse de marcha y decidieron llevarse el sofá para estar más cómodos. Y la microfauna cuando se va de botellón ¡se pone de un pesao...!

Este incidente me convenció de que era hora de hacer una limpieza general. Eso y que las pelusas me llegaban ya por los sobacos con lo que ando por mi casa como en la fiesta de la espuma de una discoteca ibicenca. Así que me armé de aspiradora y apunté con mi cañón a aquella pandilla de ácaros borrachuzos que se dejaron tragar sin apenas resistencia mientras cantaban a capella canciones de la tuna. Con mi Dyson colgada del hombro succionaba minichinches como la máquina de los Cazafantasmas succionaba ectoplasmas o la Lewinsky succionaba presidentes.

Tengo una aspiradora Dyson de esas en las que la basurilla se acumula gracias a su efecto ciclón* en un depósito transparente. Aquel tornado de inmundicias, aquel torbellino de microbichos  gira girando terminó por hipnotizarme . La persistencia retineana dibujó en el fondo de mi mente una espiral dando vueltas en blanco y negro, y como siempre que quedo idiotizado con algo me retrotraje a la infancia...

Ya os conté que, en su pluriempleo, mi padre arreglaba televisores y en la tienda de electrodomésticos le pagaban en especie. Por aquel entonces el mando a distancia era una zapatilla amenazante  que no se usaba más que para apagar y encender el aparato porque aquí sólo pillábamos la Primera Cadena. Pero mi padre, hombre de ingenio, siempre se las apañaba para realizar  su propia contraprogramación alternativa.

En pago de la reparación de varios televisores a mi padre le entregaron nuestra primera lavadora de tambor.  Mi padre, tras mucho sudar y jurar en arameo logró instalarla en el baño. Cuando terminó nos dejó entrar y fuimos ocupando nuestras butacas.Los más bajos sentados en el borde de la bañera, los más altos dentro, los medianos subidos al escalón de aquella platea improvisada. Mi madre presidía engalanada con sus mejores joyas sentada muy digna en la taza del wáter.
Mi padre, de pie sobre el bidé, se caló las gafas y el librito de instrucciones y con una entonación más de pregonero que de maestro de ceremonias, leyó en voz alta la programación:

  Primero vamos a ver el prelavado. 
  Luego un aclarado corto.
  Un lavado en frío.
  Un ciclo con desagüe y centriguado.
  Y para terminar un lavado delicado de la lencería de mamá. ¡Los niños a la cama!

  ¡Pero, papá!    protestamos a coro.
Nada que hacer, le pegó al frontal de la Kelvinator un par de rombos y nos fuimos a la cama como la familia Telerín. Corrió el cerrojo cuando salió el último y se pusieron a descubrir las ventajas del centrifugado. Siempre digo que mi hermano Carlos no se llama Kelvin de milagro y que si ha salido tan tembloroso es por algo.



Varios meses después se presentó con un horno nuevo. En la puerta de la cocina colgó un letrero: "Esta noche GRAN ESTRENO". Los hermanos nos apelotonamos tumbados en el suelo de la cocina; mi madre presidía en una banqueta pequeña que el protocolo es el protocolo. En la pantallita del horno, sabiamente iluminado a contraluz, vi girar a aquel pollo  protagonista. La emoción me hizo tragar saliva. Contemplé con la boca abierta la evolución del asado. La banda sonora era monótona, se limitaba al ruidillo de fondo del motor del espeto y un repentino crepitar de la grasa al caer en la bandeja que nos asustaba y añadía tensión al argumento, pero para compensar mi padre acababa de inventar el Odorama.  Cuando el sonido de una campana puso fin a la función para mí fue como el final de "Love Story". Se me acabaron los pañuelos.



*Por la cuenta que os trae no apretéis jamás el boton "Anticiclón" de la Dyson ¡¡¡Jamás de los jamases!!!

viernes, junio 08, 2012

"Manual de Retórica para lerdos" por el profesor Sozzap de Copenhague


PREÁMBULO

Los pocos lectores que a este blog le van quedando se habrán extrañado quizás por el intercambio de insultos entre este servidor y una comentarista de lengua viperina de cuyo nombre prefiero no acordarme.
Como soy muy consciente, estimado lector,  de lo limitado de tus conocimientos en general así como de tu reducida capacidad de entendimiento te aclararé que Mrs Botwin y yo hemos estado practicando el "asteísmo". El "asteísmo" no es esa guarrería que todos vosotros, mis queridos babosuelos, estáis imaginando; ni tampoco la religión que practica Tom Cruise entre toma y toma (¿porqué seguís pensando mal del pobre Tom, mentes sucias?).  El asteísmo es una figura retórica primahermana de la ironía que consiste en fingir el vituperio* para elogiar con más finura y elegancia. Es como cuando vosotros, el vulgo, afirmáis de alguien: "¡Será joputa!"con una admiración no exenta de cierta envidia en vuestro tono.

Para erradicar tanta burricie y estultez en el uso y conocimiento de las figuras literarias el profesor Sozzap ha decidido divulgar su "Manual de Retórica" con el fin de que podáis acudir  para refrescar en él vuestra recalentada mollera. Este manual viene a completar, junto con su "Enciclopedia Sexual"  anteriormente  publicada,  la magna obra hasta ahora inédita de tan eminente filólogo y pensador.

Mis queridos zotes, Sozzap ha preferido no clasificar alfabéticamente las entradas porque está seguro que de la  A a la Z más de uno os habríais perdido por el camino. Ha optado por desperdigar las definiciones al buen tuntún sacatún que tún. 

G l o s a r i o

Oximorón: es un restaurante griego de mi barrio cuya especialidad es la pita gyros en salsa salmonella.

Oximorrón: es un restaurante turco que se ha instalado aprovechándose de la fama del griego, al gyros lo llaman kebab y la salsa aquí la hacen con pimientos.

La epanadiplosis: si te sale en los pies es muy chunga de curar.

Lítotes: Especie de pilates para gays.

Eufeminismo: Expresión almibarada para ocultar a las mujeres nuestra naturaleza machista. Por ejemplo, es pronunciar  "vagina" cuando lo que a ti te pide el cuerpo es soltar "chocho".

Hipérbole: Supermercado de barrio regentado por griegos. Su dueño se llama Stavros. Su suegra Storba.

Hipérbaton: Supermercado turco de próxima inauguración en el barrio. Los turcos (aún más que los griegos) culo veo, culo quiero.

Quintilianos: Grupo de profesores de retórica que han hecho la mili juntos y lo celebran con botellines de cerveza.

Lira: Composición italiana de escaso valor. Ni unas pesetillas te daría un editor por ella.

Onomatropeya: ¡ÑÑÑIECCC! ¡FIUUU!

Omatropeya:  ¡ÑÑÑIECCC! ¡PUM! ¡NÍNO NÍNO NÍNO!

Sonetone: Estrofa de origen italiano formada por catorce versos alejandrinos y muy apropiada para declamar en voz muy alta frente a auditorios duros de oído.

Copla: Vlaso.

e-popeye: Canto épico en formato electrónico que narra las hazañas de un marinero tuerto de biceps hipertrofiados y adicción a las espinacas. La Penélope de este moderno Ulises era una anoréxica tan voluble  y esquizofrénica que unas veces se hacía llamar Rosario y otras veces Olivia.

Prosopopeye: Lo mismo pero en prosa.

Dialefa: Polución diurna

Sinalefa: Polución seca.

Dametulefa: No olvidar alquilarla en el videoclub de Stavros.**

Hayku: Memez de tres líneas que más valdría haber dicho en dos.

Tetrisílabo: Verso de cuatro sílabas muy difíciles de encajar entre sí.

Antitétrico: Opuesto a asustar a los niños jugando al tetris.

Hemistiquio: La mitad de un tiquismiquio.

Endecasílabo sáfico: Verso de once salivas silabas.

ABBA: Esquema de rima de la canción que ganó Eurovisión en el 75.

Extrambote: Sorteo extraordinario de la primitiva con premio acumulado.

Estrufa: Secuencia de versos muy perfumados y aromáticos.

Arte menor: 
                     Son versos para amarte
                     Serán de arte menor
                     Tan menor, tan menor
                     Que no serán ni arte.

Harte mayor: Panegírico aderezado de regüeldos de más de ocho sílabas para agradecer un pantagruélico ágape tras la presentación de un libro. Es voz en desuso. Lo que se estila hoy es el harte menor.

Epigrama: Chanza jocosa en estilo sucinto, telegráfico. Dedicada por una marioneta de guante a su compañero de cama. El contenido de alguno de estos epigramas hace que no sean considerados aptos para su emisión dentro del horario infantil. El más célebre es:

                            ¡Blas!¡Blas! Stop
                            ¿Estás dormido? Stop
                            Tengo una gran sorpresa para tí
                            entre las sábanas. Stop Stop.

Epiteto: Blas se agacha y yo se la meto.

Dado el carácter universal y abierto de esta enciclopedia el editor agradecería cualquier aportación desinteresada que lo enriquezca tan magna obra.


*Vituperio. No lo confundáis, mis pequeñas bestezuelas, con "bituperio" que es un tupper con dos compartimentos.


** Nota del linotipista: Esto estaba escrito al margen, a lápiz, en el manuscrito original, como si se tratara más bien de la cesta de la compra.



martes, junio 05, 2012

DESMEMORIAS DE UNA FASHION VICTIM - V


Quizás tenía razón la psiquiatra Sigmunda.
Ayer no pude verme los pies. Miré hacia abajo y me los ocultaba una panza enorme que había tenido un crecimiento descomunal y sorpresivo, como esos champiñones de 7 kilos que aparecen de repente en el bosque después de un día de llovizna. De los pies sólo se me veían las uñas, tal vez porque estaban dos palmos más largas de lo que recomiendan nueve de cada diez podólogos.
He decidido ponerme en forma y hacer deporte. Y lo primero cuando tomas una decisión así es comprarte el atuendo deportivo.
Para mi fortuna en el barrio acaba de abrir sus puertas un centro comercial nuevo. Es una multinacional con sedes en las principales ciudades y la atienden unos dependientes hipereducados y superamables que hasta se ofrecieron a pintarme la casa y hacerme la mudanza. Me animó mucho comprobar que en aquel comercio todos los dependientes eran deportistas:  todos vestían un chándal de uniforme, estaban muy delgados y tan chupados de cara como un ciclista clásico. Eso sí, el boxeo lo debían de practicar sin casco ni protector bucal porque lo que es los dientes los tenían destrozaos. La galería comercial tiene además un bonito nombre, de lo más olímpico: Centro Reto.

Uno de los chicos me acompañó y me dijo que él había sido dependiente pero que ahora lo estaba dejando. El muchacho me miró raro cuando le dije que era una pena porque era un oficio muy bonito y dejarlo ahora con lo bien que se le daba me parecía un error.
Tras atravesar una exposición nostálgica de neveras y lavadoras de los años 60 me encaminé a la sección de moda. Me sorprendió que no hubiera una sola prenda repetida  y que sólo hubiera una talla de cada modelo  pero me han contado que esa es la tendencia en las tiendas más modernas y chic de Tokio, todo un detalle de exclusividad sofisticada.
Me dirigí al probador de la izquierda porque en el de la derecha uno de los dependientes estaba inyectándose algo, el dependiente que me acompañaba y que lo descubrió al descorrer la cortina empezó a cubrirle de reproches, lo que confirmó mis sospechas de que aquellos rostros tan enjutos sólo podían pertenecer a un equipo ciclista, porque no paraba de recriminarle por doparse en público. En el almacén que había junto a los probadores se alineaban una colección de bicicletas estáticas, no eran muy modernas por lo que supuse que se trataba de un equipo modesto, que practicaba spinning con lo que podía. Ninguno  pedaleaba en las Ciclostatic pero supongo que nadie es capaz de dar ni una pedalada al ritmo de la música de Camarón que sonaba de fondo. El dependiente vocinglero seguía recriminando al pobre muchacho, repitiendo mucho la palabra "recaída". Por la postura, tirado y desmadejado en el fondo del vestuario parecía como si se hubiera descalabrado en una volata, (lo que explicaría también el deterioro dental) aunque por lo pálido y descangallado que estaba se diría que acabara de subir el Tourmalet con la catalina grande y el piñón más pequeño. Y es que no hay puerto de montaña demasiado duro si sabes escoger bien los desarrollos que esto lo explicaba muy bien Perico Delgado que con ese nombre no sé como pasaba el control antidoping.


Lo más importante para ponerse en forma haciendo deporte es sudar mucho. Sudar es la clave para adelgazar y para sudar mucho lo mejor es superponer capas de ropa. Lo primero que me probé fue uno de esos triquinis de los que usaba Borat en su película. Lo importante de estos triquinis es que se ha de usar la talla de una niña de tres años aunque midas más de metro noventa. La tela elástica se te introduce entre las nalgas como si fuera el hilo dental que usan las brasileñas en las playas de Ipanema y se te mete por el orto como a Nadal los calzoncillos.
Sobre el triquini o bajo el triquini que gracias a Madonna cada uno lleva la ropa interior donde le da la gana me planté unas mallas de ballet. No las compré muy tupidas para que traspirasen mejor pero el resultado fue que mis pelos empezaron a asomar por los poros de la malla; mis piernas parecían la cabeza de la Barbie Holocausto.
Por encima de las mallas, en parte por comodidad y estética, en parte por ocultar lo más posible aquellos pelos, me abrigué con unos calentadores Nassarre, de lana negra de vicuña peruana. Cuando te pruebas unos calentadores no puedes evitar dar unos saltitos ridículos como la bailarina de Flashdance. Calcé mis pies con unos calcetines de dedos y bandas de colores. Los había robado en el camerino de la Gallina Caponata una vez que trabajé de extra en Barrio Sésamo. Acomodé mis dedos en aquellos calcetines y mis uñas en seguida se hicieron hueco en la prenda y fuera de ella.
El dependiente calculó a ojímetro la talla de mi calzado uñas incluidas  y apareció con unas botas de descanso de la nieve, de esas de pelo largo, me trajo un modelo de tacón de aguja que tampoco es cuestión de sacrificar la sofisticación en aras de la  comodidad. Si en la nieve vieras estampadas mis huellas junto a las del Yeti no sé cuales te darían más miedo.

Para compactar bien la ropa interior nada mejor que un maillot de ciclista tan colorido que podría reajustarle la vista a un daltónico recalcitrante. Si esta prenda se llama culotte será por algo, te deja el culo como el de una negra en un MacDonalds.
Por encima del maillot una escafandra de neopreno que acabó para siempre  con mis problemas de pelo en las piernas, me depiló de cuajo y se llevó de paso un par de tatuajes que me hice en la Legión. Si con un traje de estos te puedes dar un bañito en la Antártida imagínate lo que puedes sudar en un probador iluminado con un candelabro de bombillas de vela.

Cubrí mis brazos con unas muñequeras de tenista, unos manguitos de piscina, y unas hombreras de fútbol americano que a mí, si me picas, lo mismo te gano al paddle que te desafío a hacerme unos largos en la piscina y hay que estar preparado para todo.
Para evitar que se me enfriara el pecho me coloqué un peto de samurai, que protege mucho, lo amarré luego con un cinturón de judo, aunque me costó dios y ayuda poder hacerle el nudo.
Por encima de todo para darle un toque al conjunto elegante pero informal me cubrí con eso que ahora se llama sudadera pero que toda la vidadedios se ha llamado suéter en castellano. El dependiente me prestó una que llevaba puesta, una sudadera de esas de canguro con un botiquín  dentro de la bolsa por lo que pueda pasar, que todo deporte es de riesgo y nunca se sabe. Se han dado casos de jugadores de ajedrez con luxación de muñeca,  graves lesiones lumbares en practicantes de petanca y  la selección entera de tiro con arco tuvo que retirarse al completo tras la celebración de una victoria con una orgía multitudinaria y más bien guarra que acabó con un sangriento ataque de celos todos contra todos. En el botiquín solo había jeringuillas así que metí también en la bolsa un collarín por si las moscas. Como además del gorro de la escafandra, me había puesto un verdugo de lana,  un pasamontañas y una montera picona, la capucha de la sudadera me quedó un poco justa.

Cuando comprendí (porque mi movilidad empezaba a recordar la de un jugador de sumo tratando de regatear a Messi) que ya había superpuesto suficientes piezas me contemplé en el espejo. Era el espejo de una cómoda de esos de marco de madera de raíz y de azogue desvaído. La habían colocado en medio del probador para hacer aún más claustrofóbicos los espacios. Y luego dirán los interioristas que para dar sensación de amplitud en un recinto pequeño nada hay mejor que un espejo.  A diferencia de los espejos del H&M que te hacen sentir anoréxico porque adelgazan, o los de una tienda NIKE que te hacen sentir culpable porque engordan, en la luna de aquel desconchado espejo tú te veías en color sepia. Bueno, más que sepia te veías como un calamar relleno, pero rellenorelleno. Supongo que se trataría de una simple ilusión óptica o del contraste entre tu cuerpo serrano y el de aquellos dependientes amojamaos que estaban tan delgados como zombies esqueléticos.
Los muchachos hicieron corro a mi alrededor, no para devorarme, sino para contemplar atónitos el espectacular resultado de mi cambio de imagen. Me miré orgulloso en aquel espejo. Enmarcado en aquel vidrio se dibujaba la efigie del Gladiador del Siglo XXI.


lunes, junio 04, 2012

El escándalo Torquemada


Supongamos, (es un suponer) que en un país muy muy lejano había un juez todopoderoso (llamémosle Torquemada). Hombre muy piadoso,al menos en público, y miembro numerario de la Santa Inquisición, a aquel juez no le tembló la mano cuando mandó a la hoguera a uno de sus colegas por un quítame allá esas pajas, total, por pillarlo en actitudes reñidas con el decoro con un palafrenero.
Mas hete aquí que, con el tiempo, a nuestro Torquemada empezó a picarle la curiosidad. Y como al pasar los años cada vez le picaba más y al final era un amasijo de picores decidió revolcarse en un pajar con un capitán de granaderos para probar. Y tanto gusto le cogió a lo de relacionarse con la tropa que decidió refrescarse en la costa acompañado por su guardia de corps. Y como tenía libre acceso al arca del tesoro, cogió algunas monedas para pagar aquel viaje. Y si no cogió más fue porque no era el único que tenía llave de aquel arca con lo que, cuando quiso retirarlas, apenas quedaban unas pocas piezas de oro al fondo del arcón.
Llegó a oidos del Rey el escándalo del juez. Muy fastidiado porque le habían interrumpido en una cacería el monarca llamó a Audiencia a Torquemada para preguntarle por aquellos viajes que estaban en boca de toda la corte. El inquisidor replicó que él hacia aquellos viajes para mayor gloria de Su Majestad, que por razón de su cargo  debería guardar secreto sobre con quien se reunía pues de la reserva del juez depende la seguridad del confidente, que no iba a pagar de su bolsillo lo que era un servicio al Reyno y que era falso que se alojase en lujosos palacios sino que siempre dormía en modestas posadas de cuatro chinches. Lo de darle de comer con su propio tenedor a su guardia pretoriano era sólo la prueba de su sencillez y desvelo en el trato con sus subordinados. Y que él se ponía una peluca rizosa cuando le daba la gana, que para eso era juez. Y que lo de amanecer esposado con grilletes al cabecero de la cama seguro que tenía una buena explicación pero que ahora mismo no la encontraba.

El Rey ante tanto descaro se quedó con la boca abierta, que el linaje de los reyes; de tanto casarse primos con primos y hermanos con hermanos, es proclive a tener la mandíbula floja y el belfo caído. Pero, se lavó las manos y volvió a la caza que le habían dicho que aún quedaba un mamut vivo en la comarca.


viernes, junio 01, 2012

Vamo'a faltarnos el respeto, usando el alfabeto completo - The Enz

Llegó la hora zulú a nuestro zipizape.
No volveré a llamarla zafia, zafarrancha, zoquetona, zorrongui zenital, zarrapastrosky, zincpiratona. No volveré a tirarle de las trenzas.
Me veré sumido en la zozobra cual monje zen que se toca la zambomba para alcanzar la armonía con el Zodíaco. 
Me sentiré como un  zaragozano zote, un zaireño zopenco, un zenizo zopilote, como un zurullo casi, con ese zumzum zumbando que me zurze  mi zerebro zaherido.
Estoy frustrado como zorra sin uvas, como zebra sin rayas, arrasado como Zona Zero porque no volverán a  derramarse lisuras por su boca, su  injuria que encandila, su zancadilla de zascandila.
Me  morderé la lengua para siempre hasta quedarme mudo, como un Zaratustra que no habla, más callado que un maniquí del Zara con voto de silencio.
Mas voto a Zeus que zelebraremos esta despedida, yo esnifando petazetas usted fumando zetapetas.
Y beberé zarzaparrilla hasta embriagarme porque no volveré a escuchar más su pandereta. Hey, Mrs. Zamburiña, play a song for me, mi princesa zíngara, mi zarina, mi Zinderella...




Hey ! Mrs Zambouriña, play a song for me
I'm not sleepy and there is no place I'm going to
Hey ! Mrs Zambourinha, play a song for me
In the jingle jangle morning I'll come followin' you.
Though I know that evenin's empire has returned into sand
Vanished from my hand
Left me blindly here to stand but still not sleeping
My weariness amazes me, I'm branded on my feet
I have no one to meet
And the ancient empty street's too dead for dreaming.

Hey ! Mrs Zamburiña, play a song for me
I'm not sleepy and there is no place I'm going to 
Hey ! Mrs Zambourinha, play a song for me
In the jingle jangle morning I'll come followin' you.

Take me on a trip upon your magic swirlin' ship
My senses have been stripped, my hands can't feel to grip
My toes too numb to step, wait only for my boot heels
To be wanderin'
I'm ready to go anywhere, I'm ready for to fade
Into my own parade, cast your dancing spell my way
I promise to go under it.

Hey ! Mrs Zamburiña, play a song for me
I'm not sleepy and there is no place I'm going to 
Hey ! Mrs Zambourinha, play a song for me
In the jingle jangle morning I'll come followin' you.

Though you might hear laughin', spinnin' swingin' madly across the sun
It's not aimed at anyone, it's just escapin' on the run
And but for the sky there are no fences facin'
And if you hear vague traces of skippin' reels of rhyme
To your tambourine in time, it's just a ragged clown behind
I wouldn't pay it any mind, it's just a shadow you're
Seein' that he's chasing.

Hey ! Mrs Zamburiña, play a song for me
I'm not sleepy and there is no place I'm going to 
Hey ! Mrs Zambourinha, play a song for me
In the jingle jangle morning I'll come followin' you.

Then take me disappearin' through the smoke rings of my mind
Down the foggy ruins of time, far past the frozen leaves
The haunted, frightened trees, out to the windy beach
Far from the twisted reach of crazy sorrow
Yes, to dance beneath the diamond sky with one hand waving free
Silhouetted by the sea, circled by the circus sands
With all memory and fate driven deep beneath the waves
Let me forget about today until tomorrow.

Hey ! Mrs Zamburiña, play a song for me
I'm not sleepy and there is no place I'm going to 
Hey ! Mrs Zambourinha, play a song for me
In the jingle jangle morning I'll come followin' you.