viernes, septiembre 30, 2011

... mas, a Mas no le faltaba parte de razón



Para una vez que estoy algo de acuerdo con Artur Mas, se desdice, se disculpa y reniega de sus declaraciones.
El caso es que en medio del debate lingüístico se le ha ocurrido decir que, a veces, a los niños gallegos y andaluces no se les entiende bien cuando hablan en castellano. ¡Ay loquemadisho! En seguida saltaron los lideres regionales rasgándose los trajes de Armani , ofendidos porque les habían mentado a la madre, (a la madre patria o la madre matria que no sé ahora cual es la forma correcta en idioma no sexista).
Resulta que en este afán por potenciar lo autóctono, en esa perpetua búsqueda del hecho diferencial autonómico, se ha entronizado el habla vulgar como una seña de identidad irrenunciable. Se ha sacrificado la Prosodia en todos los planes de estudio, se la ha arrinconado como a una hermana bastarda de la Gramática y de la Semántica.
Aunque creo que de pequeño no lo era, he claudicado y me confieso yeísta porque el ruidoso entorno me ha provocado una sordera fonológica. Pero me parece intolerable el nivel de degradación en la pronunciación del castellano actual. No es sólo que locutores de radio y televisión seseen y ceceen por doquier, es que, a menudo, tengo que tirar de mi diccionario farfullo-español español-farfullo para entenderlos.
La Real Academia de la Lengua, tan dogmática y talibana para otras cosas, se muestra permisiva e indulgente con los errores de pronunciación con el fin de no irritar a los académicos americanos. Nosotros mismos nos toleramos hablar con una alpargata en la boca, con lo feo que está hablar con la boca llena.
El moranquismo reinante es muy gracioso pero no me hace ninguna gracia la decadencia perezosa de nuestra pronunciación porque a estos mushashoh  no les entiendo. Debe de ser cosa de la edad. Corro a comprarme un Whisper XL.


martes, septiembre 27, 2011

LA ÚLTIMA CORRIDA (DE TOROS)

 

DESMEMORIAS DE UNA FASHION VICTIM


Sé que prometí no volver a hablar del viaje a China, pero tampoco creo haber hablado nunca de moda, vaya lo uno por lo otro.

Las lavanderías de Asia son una delicia para el viajero. Por un par de euros el kilo te lavan la ropa, te la planchan y es posible que tu mochila esté a la vuelta más ordenada que a la ida. Pero, por si esto falla, cuando viajo tengo por costumbre llevar la ropa más vieja que tengo y la voy abandonando por el camino.
El caso es que en esta ocasión las lavanderías no estaban tan a mano como mis pies habrían deseado por lo que hubo que recurrir al plan B: tirar las camisetas resudadas y comprar ropa nueva.
En una calle comercial desdeñé una tienda de ADidash que estaba junto a otra de Adidhas, que tenía puerta con puerta otra de Ah didas; al final de la calle entré en una tienda Adidas.
El dependiente muy amable, al enterarse de que era español y que buscaba un chandal elegante, me dijo al oído que tenía una sorpresa para mí: la futura equipación del equipo español para el próximo mundial, y me enseñó esto:
¡¡¡¡LA ADIDAS TOREROO!!!!


No pude contener la emoción. Por fin la Roja iba a lucir un atuendo deportivo que iba a reflejar su idiosincrasia, al fin la selección iba a vestirse haciendo honor a la furia española, con un terno que reflejase toda la pureza del sentir de un pueblo.
Como en China siempre te da la sensación de que te están tangando y de que todo es de palo, me fui a un Ciber próximo, entregué mi pasaporte y tras comprobar que la policía no estaba de redada me metí en la página oficial de Adidas. El dependiente no mentía, allí estaba. Haced la prueba si sois tan descreídos como yo.
Volví a la tienda y no pude evitar probarme esa maravilla. 
El traje de luces es por su propia naturaleza ajustado. Aunque tenían varias tallas (lo que prueba que aquel modelo no era de exhibición sino que se vendía bastante bien) dudé de que alguna me sirviera. Hay que tener en cuenta que, pese a que ni yo ni Obelix reconoceremos jamás nuestra gordura,  mi talla en China es una 2XXXL y aquel modelito estaba hecho para  chinorris fashion-victim`s que, aunque la anorexia allí no se estila mucho, son pelín tirillas. El vendedor insistió en que me la probara y cuando un chino se empeña en algo..., ¡tenaces son rediós!
Contuve cuanto pude la respiración para embutirme en la chaquetilla. Lo logré aunque las costuras estaban más tensas que Chewaca anunciando la Epilady.
Traté de calzarme la taleguilla. ¡Ay la taleguilla! Creo que una taleguilla como esa era lo que usaban los emperadores para llenar de eunucos la Ciudad Prohibida. La taleguilla es ajustada por definición como defensa del torero y con el fin de realzar sus atributos. Aquel modelo cumplía perfectamente su misión porque lo marcaba todo, especialmente lorzas. Me miré al espejo para comprobar el empaque que me confería el terno, efectivamente parecía empacado. ¿Cómo expresar en dos palabras como me sentía al contemplar el reflejo de mi efigie?: "vergüenza torera". 
El amable dependiente me preguntó con una sonrisa dentona si me tiraba de la sisa.
-¿De la sisa? Lo que me tira es de los...
Al llenar los pulmones para gritarle, los abalorios empezaron a saltar, disparados como balas negras.
Cuando mi rostro empezaba a adquirir un tinte purpúreo, muy a tono con el traje, decidí desistir y cortarme la coleta, colgando el traje de luces para siempre.
El chino dependiente (que no es lo mismo que un chinodependiente) al ver frustrada la venta me reprochó a voces:
-Tú no compras. Mala idea. Esto pronto será mucha moda en España.

El caso es que tenía razón el jodío. Mientras que en China empiezan a celebrar corridas de toros usando banderillas de velcro, que eso es algo que hay que ver, al llegar a España me encuentro con que en Barcelona celebran la última corrida. Como para compensar, las pasarelas se han llenado de modelitos como el que yo me probé. Incluso EL PAÍS ha sacado un nuevo suplemento de moda en el que un osado fotógrafo y una estilista se han conchabado para disfrazar a un caballo de picador con un traje de torero. Vedlo, incrédulos.



Sé que a algunos os encantaría ver fotos mías en el probador con el chandal puesto. La verdad es que lo intentamos pero el chino no nos dejó y se mosqueó mucho porque: En Occidente lo copian todo.
Para compensaros os dejo con otras fotos de moda torera de una chica llamada Verónica, para que podáis celebrar la última corrida como Dios manda. Y que Dios reparta suerte porque, como reparta justicia...




sábado, septiembre 24, 2011

Diarios estelares: Lluvia de neutrinos o la inmaculada concepción


Quiero ser un torrente de neutrinos
para atravesar tu cuerpo,
para cruzar cada célula tuya.
Quiero penetrarte, sin dejar rastro,
 sin masa, sin materia
para devorarte desde dentro,
sin morderte.
Quiero traspasarte de lado a lado,
como un fantasma incorpóreo,
como un espíritu intangible
que no deja huella,
que no deja mancha.
Una estrella fugaz sin estela
que surque tus ovarios sin rozarlos,
y recorra tu médula espinal,
tu hermosa nuca,
tan sutil y leve
como la sombra de una sombra.


E=mcc
-Verificado, infinitamente más rápido que la velocidad de la luz- exclamaste, defraudada una vez más, al tiempo que volvías a abrocharte tu bata blanca.

domingo, septiembre 11, 2011

DIARIOS ESTELARES: EMERGENCIA SANITARIA EN LA GALAXIA FORTASEC


He estado enfermo. Nada serio, una diarrea de nada. Esta indisposición es bastante incómoda porque el WC de la nave no funciona del todo bien desde que en un intercambio con unos cosmonautas  rusos se empeñaron en transformar el inodoro en una destilería de vodka. Ahora resulta todo  muy incómodo porque cuando me surge una urgencia tenemos que frenar la nave. Con la inercia tarda tanto en parar que apenas tengo tiempo de aliviarme por la escotilla.; a veces estoy tan apurado que no espero a atravesar la atmósfera y mi tercer ojo sufre los rigores de la ignición de reentrada. ¿Habéis leído sobre esa montañita que han descubierto en los anillos de Saturno y cuya composición tanto intriga a los astrónomos? Sí, lo confieso, soy el culpable.

Como llevamos unas semanas navegando por una zona del espacio en la que no hay gasolineras para repostar y se me han agotado los pañales de incontinencia, las Tena Lady, y los ejemplares atrasados del ABC,  mis detritus intestinales han comenzado a inundar la nave. Para mitigar el pestazo y como medida profiláctica  llevo siempre el casco de la escafandra puesto. La fauna intestinal vista de cerca puede resultar más aterradora que el alien más viscoso. El efecto lupa del cristal de la visera aumenta y deforma los bichitos colicoides que flotan por la cápsula como monstruos de pesadilla; y es que en la nave todo se magnifica, lo mismito que en Gran Hermano.
Sozzap aparentemente parece disfrutar con la situación. Ha hinchado la balsa de emergencia (lo que disfruta este hombre con las cosas hinchables). Puesto en pie sobre el bote  comenzó a surcar aquellas aguas fecales. Disfrazado de gondoliero, con una camiseta a rayas y un sombrero  de canotier canta sin descanso "O sole mio" a grito pelado como si estuviéramos en Venecia. Bueno, por el olor cualquiera dudaría.

En caso de enfermedad Sozzap no resulta muy útil. Afortunadamente para estos casos contamos con el auxilio de nuestro robot-cirujano Sade. Cuando estaba a punto de deshidratarme por todos mis orificios él se acercó dulcemente, inclinó la cabeza y me miró con ojillos comprensivos. Sus sensores de última generación detectaron que algo iba mal con mi salud, con una pinza de la ropa taponó su entrada de admisión de aire y se puso manos a la obra.
Sade está tan mono de uniforme, con su carcasa de polivinilo blanco radiante, su cruz roja en el pecho y su cofia en la cabeza. La cruz roja se transforma en una media luna roja cuando surcamos galaxias islámicas o en la silueta de un negro ahorcado cuando atravesamos los dominios del Tea Party.
 Lo malo es que Sade a veces se desprograma un poco al atravesar un campo magnético y se hace algo de lío con los diagnósticos y los tratamientos.
Me recogió del suelo con tierna firmeza, me colgó amorosamente de los pies y comenzó a azotarme el trasero. No cejó en su empeño hasta que yo, sagazmente, imité el llanto de un niño. Sin duda mi genial interpretación logró convencerlo: mis lágrimas fingidas, mis sollozos simulados, mi llanto incontenible, mis alaridos desesperados, mis ojos desorbitados y suplicantes. Le desconcertaron un poco mis "mecagoenlaCPUdetuputamadre" que no acababan de encajarle con las instrucciones del manual de pediatría y obstetricia que albergaba en su memoria interna. Cuando comprobó que la temperatura de mi trasero era la óptima para planchar una camisa cesó la azotaina.
A continuación me sujetó los brazos con unas correas a la camilla. Elevó mis piernas con un soporte obstétrico y me caló la vara del aceite. Anotó el dato minuciosamente en una planilla. Me tomó el pulso. Anotó 200 pulsaciones en la planilla. Meneó la cabeza insatisfecho. Volvió a calar la vara del aceite más hondo. Me volvió a tomar el pulso. Anotó 280 pulsaciones con un gesto de aprobación y una expresión de orgullo profesional.
Sade se muestra amable y obsequioso aunque a veces confunde la cuña con la sonda uretral o utiliza el torno dental para extraerme las legañas. Además nunca se olvida de la hora de mi medicación y, por mucho que intenté resistirme,  hace un ratito me hizo tragar un alfil negro y tres quesitos del Trivial. -Chico malo- musitó y me acarició la frente mientras con cariño acercaba a mis labios un vasito de salfumant.
Como es natural la inevitable tensión sensual entre enfermo y enfermera tenía que estallar. Esta misma noche se inclinó sobre la camilla, arrancó las sábanas de un tirón dejando al descubierto mis blancas carnes apenas cubiertas por una de esas batas de "pedolibre". Se arrancó la cofia con una sensual torsión de cuello y me susurró al oído con su voz metalizada: 
¡Muñeco, te vas a enterar...!