jueves, septiembre 26, 2013

El público y la crítica II

Fábula del cocinero y los perros 
de León Tolstoi.


Un cocinero prepara un almuerzo. Arroja las sobras al patio.
Cuando tira los huesos y las entrañas, los perros, que esperaban a la puerta, se mostraron contentos y dijeron: "Ha preparado bien la comida, es un gran cocinero".
Pero cuando el cocinero lanzó al patio cáscaras de huevos y mondaduras, los perros, asqueados, se dieron la vuelta diciendo: "Antes preparaba buenas comidas pero, ahora, este hombre se ha echado a perder, es un mal cocinero".
El cocinero no hace caso de los ladridos y sigue a lo suyo.
El almuerzo preparado por el cocinero fue servido a los amos, no a los perros. Y aquellos para quienes estaba destinado el guiso supieron apreciar y alabar todos sus ingredientes: carnes, huevos y legumbres.

4 comentarios:

  1. Si es que todo es muy relativo. Lo que para unos es un manjar, para otros es un desperdicio. Cualquier día de estos, me como los desperdicios, a ver si va a resultar que estoy relativamente equivocado...
    Saludos.

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    1. Elvis, algunos desperdicios que encuentro deliciosos:
      -La piel de algunos pescados. (El otro día casi le doy una colleja al camarero de un restaurante chino superpijo que se empeñó en pelarme el pescado, con la buena pinta que tenía aquel pellejo)
      -La piel del pollo (ídem de ídem)
      -La piel de la manzana y el melocotón (es un crimen pelarlos)
      -El tuétano (tan difícil de encontrar por culpa de las vacas locas)
      -Algo de casquería.
      -La monda de naranja bien caramelizada.
      -Las patas de pollo (en Asia las consideran un manjar aunque, francamente, no es para tanto)
      Y siempre he pensado que esa parte jugosa que desperdiciamos del melón estaría mucho más sabrosa y refrescante en una ensalada que el mejor de los pepinos.

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  2. Anónimo30/9/13

    Así es, no siempre llueve a gusto de todos. Xhrst.

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