domingo, octubre 09, 2011

amor,amor,amor,amor,amor...


<< ...yo soy de esa generación en la que si tus padres te decían "te quiero" es porque o se iban a morir ellos o te ibas a morir tú.>>
Esto escribía la semana pasada Elvira Lindo y me identifiqué por completo. Fuimos educados en el pudor del sentimiento, en la expresión contenida de los afectos. No vamos aquí a presumir de una infancia desgraciada tipo Oliver Twist, todo lo contrario, pero es verdad que aprendimos a controlar la expresión de las emociones con la contención de un japonés reprimido. El amor, en casa, se manifestaba en silencio, con gestos imperceptibles; con acciones puede, con palabras jamás.
Aprendimos que el único dolor manifestable es el físico, que los otros dolores son fruto del capricho y la fantasía de seres blandengues. Que el corazón sólo interesa como víscera. Que las cosas que uno siente en su interior deben permanecer ocultas, calladas y que si las dejamos escapar deberíamos avergonzarnos como cuando nos suenan las tripas.

Con una educación sentimental semejante ¿cómo nos ha ido en la vida? En la adolescencia, fascinado por Albert Camus, en cuanto tuve novia no pude evitar soltarle aquella frase de "El extranjero": Je t'aime, ça ne veut rien dire. Mi novia como es natural gritó: --¡¿Loqué?! --y, como es lógico, aquella noche no dormí caliente.
Pessoa nos reafirmaba en nuestras convicciones cuando lo leíamos literalmente:
Todas as cartas de amor são
Ridículas.
Não seriam cartas de amor se não fossem
Ridículas.

Também escrevi em meu tempo cartas de amor,
Como as outras,
Ridículas.
As cartas de amor, se há amor,
Têm de ser
Ridículas.

Debíamos de estar en lo cierto porque hasta en Francia y en Portugal nos daban la razón.
La banda sonora de aquellos años la ponían canciones más cínicas todavía: je t'aime, moi non plus. Y nosotros que habíamos mamado lo de no soltar un tequiero, abrazamos las nuevas consignas de amor descreído como conversos fanáticos de una nueva religión. Resulta una paradoja que abandonamos el catolicismo por represor y castrante pero nuestra nueva ideología nos condenaba a la castidad de forma indirecta; las chicas siempre castigaron como es debido tanta falta de romanticismo.
A mi generación ( y a mi clase social) siempre nos resultaba un tanto chocante la excesiva afectuosidad de la alta sociedad, con tanto besuqueo en las presentaciones,  tanto abrazote cordial entre hombres, tanto darling, tanto cielomío y tanto fingimiento.
Al final claudicamos y descubrimos que, si querías mojar, tenías que enterrar todo lo que te habían enseñado. Cuando Renato Carosone empezó a cantar: Me cago en el amor, ya no le hicimos ni puto caso entretenidos como estábamos en desabrochar un sujetador mientras susurrábamos al oido todas las mentiras de amor que eramos capaces de pergeñar. Decidimos abandonar nuestra frialdad nipona y lanzarnos en tromba a disfrutar del amor y dejarnos de zarandajas, comprobamos la rentabilidad afectiva de los tequieros fueran más o menos ciertos, y nuestra vanidad también gozó lo suyo al escucharlos de labios del otro.
El problema es que, ahora, con tanto lío, además de mostrarnos tímidos, temerosos y timoratos a la hora de decirle a una persona  que la queremos, somos aún más cobardes, cobardones y cobardicas a la hora de decirle que hemos dejado de quererla.

Pero hoy me he levantado más japonés y pudoroso que nunca, por eso no os contaré nada de la desesperante soledad que me gangrena el alma. Eso lo escribirá ese otro que, de vez en cuando, coge la pluma y me suplanta.

9 comentarios:

  1. Excelente texto, Pazzos. Y para que no "te lo creas demasiado", lo mejor, ese bolero de "Los Luthiers" que le sirve de ilustración.

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  2. Es muy bueno el plantigraffiti que ilustra este post (también muy bueno).

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  3. Gracias Koolau. Me encanta cuando recitan: en realidad, te estimo... te aprecio... bastante.

    Caruano por más que lo intento no recuerdo a quién le robé la foto, no logro localizarlo. Espero que el autor no me localice a mi para partirme la cara por no citarle ni pagarle los derechos.

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  4. Joer, qué bien has descrito la evolución de nuestros "tequieros".

    Este año estuvo un hermano mío ingresado durante dos meses en un hospital y recuerdo como algo muy gratificante que él, por vez primera, manifestase sus sentimientos externamente. Le fastidiaba llorar, le hacía sentir débil, incluso hacía comentarios tipo "me estoy volviendo marica, tanto lloriqueo...". Yo le animaba a que sacase todo de dentro porque, mal nos pese, los hombres aun habéis estado más colapsados a la hora de manifestar sentimientos que las mujeres.

    Ahora, después de esos dos meses de fuerte unión, casi diría yo de comunión diaria, cuando nos vemos él es capaz de darme los besos más tiernos que jamás me había dado nunca, de manifestar todo su amor hacia mí como antes jamás lo había hecho.

    Hace ya muchos años, en una ocasión en la que fui al psicólogo, me preguntó que cuantas veces mis hermanos me habían dicho TE QUIERO. Y yo, perpleja, disgustada y avergonzada, le dije: nunca. Pero sé que me quieren. Y entonces hablamos de la importancia de decirlo, de verbalizar el amor... de todo lo que actualmente ya sabemos.

    En este aspecto hemos evolucionado bastante y sobretodo se verán beneficiados nuestros hijos. O eso espero.

    Un besete,

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  5. Flower, me alegro de que, aunque con forceps en el hospital, a tu hermano le hayas logrado arrancar los cariños.
    Besos (sin forceps).

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  6. Anónimo17/10/11

    Joo!!! pues yo creo que no se ha evolucionado mucho a mejor, ... para mi que hoy en día lo que mejor han aprendido es a decir: yo quiero ... con lo que recompensa ser generoso.

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  7. anónimo o anonima, me amo, me amamos, nos amo ¿ves? los chicos nos hacemos siempre un lío con los reflexivos. Pero poco a poco iremos aprendiendo. Gracias por pasar, (ese Joo!!! me recuerda a alguien pero ahora no caigo)

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  8. No sé si reír o llorar…..
    Llorar de risa o reír para disimular el llanto.

    Le beso y le rebeso

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    1. En un dilema así hay que escoger siempre la risa. Por favor.

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