martes, abril 09, 2013

CENTRIFUGA COMO PUEDAS II



Gentes de poca fe, los milagros existen. En AEG contestaron mi correo de reclamación. Ayer vino el técnico de la lavadora a la hora prometida. ¡ALELUYA! 
Llamó desde el telefonillo. Con esa voz semiafónica que tienen los padrinos sicilianos preguntó:
--¿El señor Pahhzzos? Tengo un encargo de la AEGé.
Noté, por el tonillo frío y despechado, que los del Servicio de Atención al Cliente se habían chivado de que me había quejado por la tardanza.
El hombre entró con parsimonia en mi domicilio. Portaba un enorme maletín metálico alargado del que parecía que iba a sacar, de un momento a otro un rifle desmontable con mira telescópica o un instrumento de tortura.
Para mi sorpresa (supongo que no para la vuestra) resulta que me dice el experto con una mirada de reprobación   ¿Es que usted no lava nunca la lavadora? 
  Coño, pensé que no hacía otra cosa mientras lavaba mi ropa que lavarse a si misma.
Me hizo callar con el índice apoyado ante los labios. Pasó ese dedo alrededor de la boca de la lavadora. Hizo el gesto con tanta delicadeza y habilidad que por un momento pensé que mi lavadora iba a tener un orgasmo.
  Además, usted lava en agua fría   Frotaba entre los dedos aquellos restos jabonosos, mientras me echaba una mirada como si el culpable de todo el calentamiento global fuera yo solito con esa manía caprichosa que me había entrado por lavar a 30 grados. Y giraba la cabeza con desaprobación.
  Vamos a ver, almadecántaro, ¿usted qué clase de detergente usa? ¿líquido o en polvo?   Como me iba acojonando por momentos, me escudé detrás de una botella de Ariel Líquido.   ¡Acabáramos! ¡no ve que hay que usar detergente en polvo!   Según como estaban poniéndose las cosas decidí que era mejor no contarle nada de la almohada de plumas y prometerle que estaba a dispuesto a usar una pastilla de jabón de Lagarto, rallarla con la picadora Moulinex y bajar a hacer mi colada al río con tal de que dejara de mirarme de aquella manera tan inquisitorial. 
Me corrió un escalofrío por la espina dorsal cuando aquel gigante extrajo un martillo y un escoplo del maletín. También esgrimió un destornillador eléctrico, me apuntó con él y pulsó el gatillo con una carcajada. Empezó a retirar los miles de tornillos de la tapa que, otra cosa no, pero puedo presumir de que mi lavadora está mejor remachada que el Titanic. Posó la tapa en el suelo y dejó al descubierto una pieza enorme de hormigón. Cogió el cable con las dos manos, lo dobló y lo chasqueó mirando alternativamente para aquella pieza de hormigón y para mis pies. Me lanzó una miradita por encima del hombro como la de alguien que te está perdonando la vida.
Empezó a destripar la máquina que daba pena verla. Empleaba una llave de carraca que hacía un ruido como de tronzar de huesos. Con la maza y el escoplo golpeó al bombo varias veces, aquella escena no sé si me recordaba la imagen de los monos de 2001 Odisea en el Espacio machando los huesos del tapir o ese gong enorme que golpeaban en la empalizada del gorila King Kong. Me pidió un par de toallas y algo de agua caliente. Por un momento, pensé que me iba a inducir un parto con aquellos alicates enormes que tenía. Se limitó a tumbar con delicadeza  la lavadora sobre una de las toallas mientras que empapaba la otra con el agua para limpiar con mucho mimo el tambor.
Cambió la pieza de repuesto que traía envuelta en plástico de burbuja. Para relajarme jugueteé con el embalaje y empecé a reventar las burbujitas. Me lanzó un destornillador que atravesó el plástico y se clavó en mitad de la puerta de la cocina.
  ¿Puede estarse quieto? Empieza a ponerme nervioso.
Substituyó la pieza rota. Aunque parezca mentira logró recomponer aquel puzzle de piezas calcificadas sin que, milagrosamente, sobrara ninguna.
Sus manos estaban ensangrentadas porque se había dado un mazazo en el pulgar. Le pasé con manos temblorosas un poco de algodón y agua oxigenada. Le echó un trago a la botella.
  ¿Qué mierda es esta? ¿No puede ofrecerme una cerveza, como todo el mundo? Son 10 Euros de la pieza, 90 de mano de obra, 70 del desplazamiento, 30 euros para el ticket de la zona azul, y 42 más de Iva. Déme 250 Euros y tan amigos.
  ¿Le puedo pagar con tarjeta?
  Si le parece, también llevo un puto cajero automático dentro del maletín   replicó, mientras reafirmaba sus palabras golpeando la palma de sus manazas con una llave inglesa. 
Solté el dinero deseando con todas mis fuerzas que aquel energúmeno jamás tuviera que volver a mi casa.
  ¡Que no me entere yo que vuelve a pasarle a algo a esta preciosidad!   Y posó un besito de sus labios en el vaso del suavizante.

Aún no me he atrevido a ponerla en marcha ¿Tenéis alguno el teléfono de una lavandería china?

9 comentarios:

  1. ¿Te imaginas que la técnica hubiese sido Irina Shayk? A mi es lo que me pasa con los que vienen a hacer arreglillos. Siempre están de buen ver (será casualidad o tendré mucha suerte) y sólo puedo estar alegrándome un ratejo la vista. Ergo, no me entero de nada de lo que me explican. Yo de ti hubiese seguido lavando como lo hacía y hubiese tenido que venir otra vez el técnico. Por mi, ningún problema, oye...

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    1. Judith, la próxima vez que llame al Servicio Técnico preguntaré por la tal Irina a ver si está disponible. La imagen de mi técnico agachándose y enseñándome la hucha tardará siglos en borrarse de mis desdichadas retinas.

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  2. jajajajajajajaj joerrrrrrrrrrrrrrrrr Pazzos¡¡¡ Con que la mitad de la historia fuera cierta, ya es para ir a algún concurso o algo¡¡¡ Cuando se te vuelva a estropear "esa preciosidad", pide que te manden al mismo técnico, instala una cámara oculta y manda el vídeo a algún concurso. Ganas fijo¡¡¡¡

    Un beso y suerte

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    1. Novicia, que yo no cuento chistes, lo mío zon cazoz verídicoz. Lo que más me sorprendió, bendita sea mi ignorancia, fue cuando me riño por no lavar la lavadora. El caso es que le comenté mi perplejidad a una compañera que es muy hacendosa en casa y lo tiene todo como los chorros del oro; esta chica compite con su propia madre por ver cual de las dos es la más relimpia. Y esa misma tarde se puso a lavar su lavadora con vinagre para pasárselo por el morro a su señora madre.

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    2. riñó,riñó,riñó,riñó,riñó,riñó,riñó

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  3. Anónimo10/4/13

    Jajajaj!!! no te preocupes hombre, si se estropea de nuevo vuelves a llamar al técnico y luego nos lo cuentas, a tí te costará una pasta, pero el resto nos destornillaremos de la risa, ... lo siento pero esta vez te tocó la peor parte, jeje!!!! ... siempre te quedará el recurso de ir a la lavandería más cercana, pero eso no tiene ni pizca de gracia. Hasta otra !! Xhrst.

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    1. Xhrst, eso me recuerda que tengo que ir al tinte a dejar dos trajes. A la vuelta te cuento.

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  4. Anónimo21/4/13

    Yo conozco a ese técnico que fue por tu casa. Es fan de Tarantino. En realidad era forense en el matadero viejo y le dieron una incapacidad cuando aquello de las vacas locas porque se empeñaba en psicoanalizar los cadáveres y en lavarlos concienzudamente antes de embalsamarlos y después de trepanarlos. Ahora entenderás lo del escoplo... Y has tenido mucha suerte de que el apaño se lo haya hecho a la lavadora y no a ti.

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    1. Anónimo/a. No sé si me da más miedo ese técnico destripador o tú. Voy a cambiarme los pañales de incontinencia y vuelvo.

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