
Ilustración de Milo Manara
Sor Sonrisa, la Monja Cantante aprendió a tocar la guitarra con las Girl Scouts y eso marca mucho.
Jeanine Deckers, hija de un pastelero belga, ingresó en la orden de las Dominicas en Waterloo bajo el nombre de la Hermana Luc Gabrielle, este nuevo nombre también le duró poco porque en seguida fue conocida como Sor Sonrisa.
Como sus cancioncillas tenían mucho éxito entre la parroquia, en 1961 grabó un disco con la Phillips que al año siguiente ya había vendido dos millones de copias. Y su rostro, su toca y su guitarrita contagiaban su entusiasmo en las televisiones de todo el mundo.
Con el éxito llegaron las presiones, por parte de la discográfica que quería preservar su imagen de chica scout megasincera e hiperanimosa, siempre sonriente y de buen humor; pero también por parte de la madre superiora del convento que censuraba aquellos poemas y canciones menos alegres. Le habían prohibido mostrarse depresiva. Cuando una es conocida en el mundo entero como Sor Sonrisa no puede permitirse el lujo de la tristeza ni el desahogo de la lágrima.
Ingresó en la Universidad de Louvain donde retomó una amistad con Annie Pécher. De la naturaleza y estrechez de esta relación no podemos conjeturar nada pero no olvidemos que el padre de Sor Sonrisa era repostero y que "pécher" en francés significa lo que significa.
En 1966 abandonó el convento por diferencias con sus superiores e inició una carrera musical en solitario. La discográfica Phillips le prohibió el uso de sus nombres artísticos "Sor Sonrisa" o "The Singing Nun" por lo que tuvo que llamarse simplemente "Luc Dominique". De sus anteriores discos nuestra monjita no vio ni un penique pero su orden religiosa se embolsó más de 100.000 dólares de vellón, esto es el 5% de los royalties, la casa de discos se llevó el otro 95% de la tajada. Nuestra querida hermana se quedó, eso sí, con la exclusiva de los aplausos del público. Lo que se dice un trato justo.
A la ruina económica se sumó el fracaso musical. El fracaso la arrastró a la depresión y al colapso nervioso. Recibió psicoterapia durante más de dos años.
Radicalizó sus posturas y su enfrentamiento con la Iglesia Católica. Siempre de la mano de su fiel amiga Annie Pécher secundó una campaña a favor de los anticonceptivos. Su canción "Gracias a Dios por la píldora dorada" (buscadla en Internet si no me creéis, gentes de poca fe) resultó un nuevo fracaso.
Pese a todo, nuestra sonriente ya no tan sonriente hermana nunca abandonó sus creencias. En los años 70 el gobierno belga le reclamó 63.000 dólares en impuestos por los derechos de autor de "Dominique nique nique". Ella arguyó que sus beneficios se los habían quedado las hermanas de su orden, como es costumbre en esas comunidades administradas según el derecho canónico, pero en su convento se hicieron los locos. A buena parte, aun no ha nacido el inspector de Hacienda que le trinque un duro a una madre abadesa.
Acuciada por las deudas, la monja cantante trató de sacar una versión con sintetizadores de la cancioncilla de marras pero no sacó ni para pipas. Tuvo que cerrar un centro para niños autistas que había creado por falta de fondos. Incapaces de soportar más Jeanine Decker y su amiga Annie Pécher se suicidaron juntas mezclando barbitúricos con alcohol. La wikipedia no aclara si el alcohol utilizado fue Benedictine, cerveza de abadía o Quina Santa Catalina.
Jamás renunciaron a su fe. Fueron enterradas juntas. Yacen bajo el epitafio: "He visto volar sus almas a través de las nubes" en una coqueta tumba de un cementerio belga.