martes, abril 01, 2014

UN CUTRE EN NUEVA YORK II - El día de San Patricio


Lo primero  que hace el cutre al levantarse es consultar el parte meteorológico. 42 grados y sol. El cutre escoge la más discreta de sus camisas hawaianas. Cuando sale a la calle y la primera ráfaga de frío polar escarcha las orquídeas malvas de su camisa, el cutre se acuerda del Señor Fahrenheit y la putaqueloparió. 
Recorre las calles que lo separan de la Quinta Avenida, su aliento deja una estela de vapor a su paso como si fuera una locomotora del Transiberiano. Tose. Escupe y, antes de llegar al suelo, su saliva se cristaliza y el gargajo rueda por la acera como una hermosa canica color flema.

Escoge un lugar cerca del Rockefeller Center para contemplar el desfile. En la acera de enfrente unos manifestantes protestan con banderas arcoiris porque no dejan desfilar a los gais, con lo que a ellos les gustan los uniformes. La lógica cutre no deja de admirarse de lo ordenados que son los americanos: los de la otra acera en la otra acera, como Dios manda. 

Empieza el desfile. Reparten banderitas de Irlanda, el cutre estira la mano para que le den una pero la sonriente repartidora esquiva al cutre dejándolo con la mano tendida en una situación ridícula y desairada. Para disimular, el cutre hace como que saluda con la mano. Desde la acera de enfrente le tiran besitos.

El día de San Patricio es, en esencia, una parada militar. Al cutre le sorprende sin embargo la poca marcialidad que despliega aquella tropa. Cada uno va a su aire, no marcan el paso, parece como si para seleccionar aquel batallón hubieran escogido al peor Soldado Patoso de cada regimiento. De tanto en tanto, alguno rompe la fila para ir a besar a su tía de Wisconsin que está en la acera agitando la banderita ayudada por un Parkingson galopante. Al cutre, acostumbrado a los desfiles de la Legión en los que ni la cabra se desmanda, aquel desmadre le parece poco serio. El paso es un poco sandunguero, los uniformes muy poco uniformes, algunos llevan un gorro de lana bajo una gorra de plato, otros cubren una camisa de camuflaje con una piel de leopardo de imitación para combatir la helada. Algunos hacen malabares con una escopeta, hacen molinetes y la tiran al aire. El cutre agradece que la escopeta sea de palo, si los fusiles fueran de verdad en manos de aquellos torpes el desfile podría terminar peor que la matanza de Texas.
Las bandas de música comparten la descoordinación. Desafinan. Es difícil distinguir si están tocando una marcha de Sousa o la Macarena. Los músicos adolescentes tienen todos carita de pringaos de instituto americano. Para ellos es su día de gloria, el día que compensa todas las vejaciones de los recreos de todo el curso.
Tampoco acaba de entender el cutre porqué, siendo una fiesta irlandesa, la mayoría de los que desfilan tocan la gaita y lucen faldas escocesas. Le dan mucha pena las majorettes con sus minifaldas. Muchas de estas bastoneras van sin medias. El cutre se acuerda del Spiderman y concluye que este país está infestado de arañas radioactivas y termoreguladoras.
La tía del Soldado Patoso y sus acompañantes, unas chicas de oro del Inserso de Wiskonsin, sospechosamente eufóricas, comienzan a cantar con entusiasmo el Glory, glory, aleluya. Buscan la complicidad del cutre y lo invitan a cantar con ellas. El cutre se une al coro y, cuando acaban la canción, se crece y sigue cantando "Jerusalem-está fundada-como ciudad-bien compactá". La magia del gospell se apodera del cutre que se desmanda y canta cada vez más alto acompañando sus berridos con una coreografía mesiánica de brazos en alto y mucho paroxismo. No se calla hasta que un policía le amenaza con una pistola muy graciosa, como de juguete. Es  de color amarillo y dispara unos dardos con cables muy monos.

El desfile es monótono y repetitivo. Unos tíos con pendón. Un grupo de soldados en traje de faena. Unos escoceses de piernas rotundas. Un puñado de majorettes. Una banda de viento destrozando los timpanos. Un grupo de civiles risueños. Otros tíos con otro pendón, los soldados, los escoceses, las bastoneras y vuelta a empezar. Así una y otra vez desde las 11 de la mañana a las 4 de la tarde. 
No es el día de San Patricio. Es el día de la Marmota.



7 comentarios:

  1. Anónimo1/4/14

    ... pues ale!!! a dormir que ya es hora, ... y después de un día así ¿¿qué mejor??? jajjaja!!!! Xhrst.

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    1. Xhrst, no me hables de dormir que con el jet lag ando todo descolocao.

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  2. ¿Dime, que hay de cierto en eso que dicen que los escoceses debajo de la falda no llevan nada? ¿Digo yo que te fijarías?

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    1. Te lo resumo en dos palabras: Calvin y Klein.

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  3. Perlita4/4/14

    Lo cierto, es que las apreciaciones del Cutre en Nueva York hacen que lo relacionado con el mito adquiera una nueva inspiración. Vamos que ahora hasta Fran Sinatra suena a chano de la Viña. Si es que en realidad el mundo es un pañuelo y no nos diferenciamos tanto. Que bien que haya vuelto, Pazzos. Un saludo muy efusivo.

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    1. Gracias, Perlita. No entenderé por qué Frank Sinatra nunca grabó unos tanguillos de Cádiz.

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  4. teresita8/4/14

    ¿Qué tienes tú contra los cutres? ¿Eh?

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