miércoles, noviembre 05, 2014

SHIBARI




Le he visto hacerme lo mismo una y mil veces. Me alza sin apenas esfuerzo. Me sujeta entre sus manos con suavidad y firmeza al mismo tiempo. Le encanta sentir mi sedosidad deslizarse rodeando su cuello; ese abrazo tierno en el que deposito mi amor cada mañana.
Tira de mí. Me desequilibra de una forma calculada, exacta, milimétrica y rutinaria. Luego me hace dar vueltas, me ciñe atrayéndome con fuerza hacia sí. Me da otra vuelta, como en un parque de atracciones, me pone boca abajo, boca arriba, hasta que casi pierdo el sentido. Me hace pasar por el aro, sin miramientos, con un gesto decidido del que sabe lo que quiere, como conseguirlo y que no admitirá la menor resistencia. Me retuerce, me ata, y todo sin apenas mirarme, sólo tiene ojos para admirarse ante el espejo, maquinalmente, con esa mímica estudiada y repetida de memoria. 
El último gesto es siempre el mismo. Aprieta el nudo con las dos manos, casi hasta el límite de nuestras respiraciones. Afloja un poco, me acaricia y luego recorre todo mi cuerpo con la mano, aplastándome contra su pecho tibio.

Y no volverá a acordarse de mí hasta que regrese a la noche del enésimo Consejo de Administración. Se deshará de mis lazos con alivio  de un desdeñoso tirón y me dejará tirada en una percha hasta el día siguiente.
Y mañana volverá a tratarme como si fuera un trapo.

6 comentarios:

  1. Nunca volveré a mirar de la misma manera a una corbata... Me ha tocado la fibra.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Respétalas por la cuenta que te trae, Elvis. Están aprendiendo a apretarse solas.

      Eliminar
  2. Porquete Vas5/11/14

    Tengo un nudo en la garganta.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo6/11/14

    ... cuando era una niña le pedí a mi padre que me enseñara a tratarla, así es que me resulta divertido cuando en ocasiones alguien que no sabe anudarla recurre a algún hombre que acaba diciendo: ella sabe !!! jajajja!!! a más de uno se le quedan los ojos como platos al verme más diestra en este tema, y lo divertido que es ver esas caras de circunstancia mirando hacia otro lado mientras arreglo esa lazada, jijiji!!! tremenda !!! Xhrst.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí también me enseñó mi padre. Recuerdo sus palabras, me decía: "azócala". Hasta hoy, pensé que se había inventado el verbo.

      Eliminar