El otro día me encargaron un trabajillo en el taller. Había que describir el café sin mencionarlo. Aproveché una aburrida representación de Esperando a Godot para pergeñar estas dos historias. Por un lado una fabulilla misticoide más adecuada a la premisa.
Cuentan que cuentan que un mago de Oriente
aprendió a destilar el rocío del desierto,
lo tiñó con el negro de una noche estrellada
y lo impregnó del hechizo de la Luna Roja.
Dicen que por eso, desde entonces, bailan
en su humo las danzas de un velo de hurí.
Y afirman que Alá al ver que robaban
con nocturnidad la magia del cielo
condenó a aquel brujo a un castigo eterno.
Y desde aquel día, el mago maldito
siempre que bebía, no podía dormir.
Por otro lado se me ocurrió esta historia mucho más gamberra, que no cumple ninguna de las premisas y que está en el tonillo estercolario que algunos conocéis.
EL CAFÉ MÁS CARO DEL MUNDO
El café más caro del mundo, el Kopi Luwak se vende en Nueva York a más de 40 dólares la taza. Se cultiva tan sólo en una lejana isla de Indonesia.
Allí, unos monos adictos a la cafeína se atiborran de las bayas de este fruto. La digestión incompleta de las semillas provoca una fermentación del grano que confiere a este café su característico aroma tan acaramelado.
Los nativos del archipiélago de Nadamascar se afanan en recoger por el espeso bosque las dispersas cagarrutas del primate. Es lo reducido y laborioso de esta cosecha lo que encarece el producto final.
Siempre he tenido muy buen olfato para los negocios. Hace unos días compré uno de estos simios. No podéis imaginaros lo que algunos sibaritas están dispuestos a pagar por chuparle el culo al mono directamente.
Nota del autor: Un lector quisquilloso me puntualizó a la salida del Club del Gourmet que el animal en cuestión era una civeta y no un mono. Intuí por su aliento que tenía razón y que sabía muy bien de lo que estaba hablando.
El café más caro del mundo, el Kopi Luwak se vende en Nueva York a más de 40 dólares la taza. Se cultiva tan sólo en una lejana isla de Indonesia.
Allí, unos monos adictos a la cafeína se atiborran de las bayas de este fruto. La digestión incompleta de las semillas provoca una fermentación del grano que confiere a este café su característico aroma tan acaramelado.
Los nativos del archipiélago de Nadamascar se afanan en recoger por el espeso bosque las dispersas cagarrutas del primate. Es lo reducido y laborioso de esta cosecha lo que encarece el producto final.
Siempre he tenido muy buen olfato para los negocios. Hace unos días compré uno de estos simios. No podéis imaginaros lo que algunos sibaritas están dispuestos a pagar por chuparle el culo al mono directamente.
Nota del autor: Un lector quisquilloso me puntualizó a la salida del Club del Gourmet que el animal en cuestión era una civeta y no un mono. Intuí por su aliento que tenía razón y que sabía muy bien de lo que estaba hablando.
¿Cuál de las dos debo leer?
Querido amigo:
ResponderEliminarsoy una adicta al cafe de la mañana,pero por una cosa llamada intuición (FEMENINA O NO)nunca me dió por gastar demasiado en exquisitos cafés. Por cierto me provocaron desvelos,¿Será cuestión de tacañería? pensaba apenada. Mira por donde hoy, ante tu provocadora y asquerosa anecdota, dejaré de darme golpes de pecho y felicitarme por mi gusto cafeteril.
Por cierto, yo tambien tengo los mismos deberes, pero pienso escribir con más elegancia.
Por algo me llamas la EMPRATRIZ DEL INFANZÓN.
El segundo, sin duda, Manuel.
ResponderEliminarYa nos veremos el lunes, y verás que porquería hice yo. Parece que este año me abandonaron las musas, si es que alguna vez me visitaron
Eres la espiral mas enrevesada y absolutamente disparatada para contar cualquier historia.Ese afán por rizar el rizo me hechiza...que bueno, que bueno...Venga, te invito a un cortao en el bar de abajo
ResponderEliminarEl primero véndalo a Nestlé, pongo por caso. Está en la línea de la publicidad emocional esa que han puesto de moda los coches alemanes.
ResponderEliminarTal vez deberías mezclarlas.
ResponderEliminarEl mago son los monos.
(nada del negro de una noche estrellada, tal vez un agujero negro, usted ya me entiende)
Danzas por rockandroll, y olvidemos a Alá para centrarnos de nuevo en los monos que, evidentemente, tampoco podrán dormir.
(Yo cumpliría las normas del taller)
Jo, a mí me gusta el primero...
ResponderEliminarPor muchos motivos, además de por los literarios. En esas pocas líneas van mis dos nombres (el de verdad y el de mi blog). ¿O será por el hechizo?
Acabo de tomarme un café y me encuentro con esto...
ResponderEliminarYo leería, sin duda, la segunda historia.
no se si discrepo o no, en todo caso me parece un blog "para los muy cafeteros", yo lo soy gracias.
ResponderEliminarel mío es el ristretto, ojalá el que sirven en isola tiberina. Para cagarrutas de mono tengo suficiente con el aroma de los pañales de mi hija. Quizás en otra vida.
ResponderEliminarSaludos desde Valparaíso.
Tanino
oyes, ¿ no podrías "fundir" las dos historias? no sé, algo que no sea ni tan relamido ( ¡uy! lo que he dicho...) ni tan "bestia"...
ResponderEliminarVeo que, tacita a tacita, la página se llenó de comentarios.
ResponderEliminarEmperatriz tú ya sabes que al final leí las dos, y que me llamaste cochino toda la tarde. Tú si que me entiendes. Descafeinado de máquina ¿Como siempre?
Koolau tu modestia es solo comparable a tu talento. Te pongo un cortao.
Gracias detective, pero nunca bebo café. Será otra Corona, bien fresquita porfa. El café corre de mi cuenta.
Alicia, si paga Nestlé yo vendo. Tengo previsto colgar uno de esos anuncios de coches alemanes en el blog y discutir si eso es arte o no. Te invito a un irlandés.
Javier L.C. gracias por sugerir el mix, no había contemplado la alternativa del agujero negro. Muy sugerente. ¿Sólo o con leche?
lunarroja. Tan sólo dije VEN y aqui te tengo. Todo un placer verte entre nosotros. Curiosa coincidencia tu nick con el relato ¿Rocio?. Para tí un café bombón.
Anilibis. No me sorprende tu elección. Tus historias son bastante más negras que este café.
Jambo Xnem. Cómo envidiamos a los viajeros los que no llegamos ni a turistas. Bienvenido. Te serviré un Kenia bien fuerte.
Espero que Valparaiso sea tam bello como su nombre. Gracias por pasar. Precisamente estoy leyendo (aunque tras un arranque fulgurante me he quedado atascado) La misteriosa llama de la reina Loana. También he aspirado El nombre de la rosa, guerreado con Baudolino y por supuesto he buscado un centro de gravedad permanente en El péndulo de Faucault. ¿Tú los lees en italiano?
Capuccino pues.
Nancicomansi, procuraré que los próximos textos estén un poco más edulcorados. Para tí, un café con sacarina.
Es medianoche.Las indecorosas sillas exhiben sus patas sobre las mesas de mármol. Tengo que barrer.Este café cierra por hoy sus puertas. Vayan terminando, por favor, sus consumiciones.
Jo, el único café que tomo es el bombón...
ResponderEliminarLunarroja:
ResponderEliminarYo que soy tan escéptico voy a empezar a creer en conexiones mágicas y conciencias colectivas.
Con leche, siempre con leche.
ResponderEliminarSería estupendo tomar un cafelito y comentar ese viaje tan colorista y aromático que hiciste por la India, me han crecido los dientes...Transmití a Carlos tus saludos y de vuelta me dice que a ver cuándo nos tomamos un café literario.Yo me apunto al que sea, me van todos...
ResponderEliminarCon Almuzara, ya sabes, ritmo y rima, ritmo y medida, poema redondo.
¡Y yo me estoy perdiendo ese taller!
ResponderEliminar¡Hay que j...e!
En fin, a lo que vamos, yo leería el primero en primer lugar, les dejaría un sabor exótico, oriental y fantástico en la boca, para, a continuación, leer el segundo en segundo lugar y destrozar sus papilas gustativas con el ácido dulce de un café simioso.
Pienso que el contraste puede ser rompedor.
Los dos son geniales.
jlc si así lo deseas te pondré una nube.
ResponderEliminarmariadolcas, gracias por pasar, quedamos y hablamos.
Ana, también os echo de menos. A ver si nos vemos en el Botánico.
De café a café y tiro porque me toca.
ResponderEliminarbesos insomnes
gracias sintagma por pasar por esta cafetería. El café de tu poema era mucho más negro, frío y amargo.
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