jueves, octubre 12, 2006

DONDE ESTÉ UNA MALA CARTA DE AJUSTE QUE SE QUITE EL MEJOR DE LOS PAISAJES


La matrona se afanaba entre las piernas de mi madre que, por aquel entonces y tras múltiples embarazos se había convertido en una lubricada y casi perfecta máquina de parir.

Sobre la cómoda de la habitación matrimonial, una enorme televisión en blanco y negro retransmitía El conde de Montecristo. Mi parturienta madre gritaba como una posesa a la comadrona:
¡Quite! ¡Quite! ¡Que no veo! ¡Que la carne de burra no transparenta!

Pasaron dos horas de relajada dilatación en las que mi padre sufrió lo suyo para impedir que la comadrona utilizase los fórceps con mi madre, o por mejor decir, contra mi madre. La tocóloga no sé si trataba de inducir el primer parto por vía nasal de la historia de la obstetricia o por el contrario pretendía responder con una rinoplastia traumática a las palabras de mi madre que le rogaba que procediera con delicadeza; y todo por un vacaburra de más o de menos. Tanto traer niños al mundo de un lado u otro del ecuador fecundo había sensibilizado el carácter de las dos mujeres tornándolo extremadamente susceptible.


Para evitar un derramamiento de sangre mayor del imprescindible en estos casos, decidí nacer. La alegre fanfarria de un telediario festejó mi alumbramiento.

La primera luz que vislumbraron mis ojos fue aquella pantalla hipnótica de fósforo parpadeante. En imagen, el hombre pisaba la Luna por vez primera, el mayor acontecimiento que vieron los siglos. Desde ese temprano instante perdí para siempre mi capacidad de asombro.
Absorto con la escena y con los ojos abiertos como platos fui incapaz de emitir el reglamentario sollozo de recién nacido. La comadrona asustada con mi silencio y mi mirada de lechuza no cesó de darme nalgadas hasta que se le acalambró el brazo. Ningún golpe pudo desviar mi atención.
-¡Vaya! Así que esto es el mundo- pensé.



Volvemos a publicar esta entrada en homenaje a Amstrong, un pionero que puso nombre al esfuerzo colectivo de toda la Humanidad.

8 comentarios:

  1. Genial narración de un parto, comparable a los más conocidos de la Literatura, eh? Sólo falta la promesa de un tambor de hojalata! :-)

    ResponderEliminar
  2. Es que algunos somos "generación-tele", la primera de verdad...muy bueno.Tiene una gracia no extenta de mala leche, como debe ser...

    ResponderEliminar
  3. Decidí nacer...En memoria del genial Gila...Hace siglos que no veo una carta de ajuste...las echo de menos.

    ResponderEliminar
  4. Qué tiempos aquellos, los de la carta de ajuste. Yo diría, donde esté el mejor de los programas de televisión de la actualidad, que se ponga la carta de ajuste.

    ResponderEliminar
  5. Dopel el título surgió en una discusión con Gaia que no es muy partidaria de la TV. Le solté algo así como:
    La naturaleza está sobrevalorada: Donde esté una mala carta de ajuste que se quite la mejor puesta de sol.
    Obviamente Gaia estaba en lo cierto, como siempre, y yo exageraba.

    Pies, por supuesto que esta parida/parto es comparable con otros conocidos de la Literatura. También mi cuerpo serrano es comparable con el de Beyoncé. Lo deprimente es el resultado de la comparación.

    Nancicomansi debo confesar que aproveche el post para quitarme por lo menos cinco años. Lo que si es verdad es que cuando este dinosaurio nació, el monstruo ya estaba allí.

    Detective, Gila otro santo varón. Pionero del monólogo ibérico del que tanto se abusa. Los ecos de sus historias retumban en nuestros cráneos y de tanto en tanto afloran sin siquiera darnos cuenta. Si fueras tan amable de recordármelo.

    Memento tiene un sabor especial para mí verte por aquí. En vista del panorama audiovisual actual y con tanto añorante de la Carta de ajuste como la repongan va a batir ratings de audiencia.

    ResponderEliminar
  6. Si hombre, aquello tan bueno de "cuando nací, mi madre no estaba en casa, y cuando llegó me dijo : que sea la última vez que se te ocurre nacer solo..."Me parto de risa al escribirlo

    ResponderEliminar
  7. Un maestro Gila. Si que lo habia oido, pero no lo recordaba. Gracias por el refresco y tu última invitación no la acpeto. ¡No me gusta el café! ¡Ningún café!

    ResponderEliminar
  8. Yo también he caido en esa insana tentación de criticar a al televisión y claro, con sólo leer el título me hago cargo de mi error.

    ResponderEliminar