CRÁPULA DRÁCULA
Me desperté tan pronto esta mañana
que las cosas no habían sido aún creadas
y el mundo era apenas
un pespunte de luz en la ventana,
(mortal de necesidad)
Aventuré mi pie
hacia un planeta trémulo
aquejado de magmas juveniles,
confiando mi peso
a un suelo no fraguado.
Arrastré mi cuerpo y mis resacas
por pasillos concavo-convexos
como un muerto viviente
como un vivo durmiente
y bendije la Santa regadera
que me bautiza de todos mis recuerdos.
También bendije
al Glorioso sumidero
que, día a día,
como un viejo maestro
repetitivo y monótono
con espiral elegancia
me demuestra las leyes de Coriolis
cuando traga telarañas de mis sueños
y sin embargo es descortés
pues rematan cada clase
sus cañerías de armonio
con un grosero eructo
cuyo epicentro radica
en el mismísimo infierno.
Cuando me asomo al espejo
tratando de decidir
que “yo” me visto
él multiplica mi imagen
(probablemente por cero)
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